Opinión

Sepulcros blanqueados

Circula por la red, afortunadamente con cierta profusión, un correo que contiene la realidad de la explotación infantil en el mundo, en un mundo que aunque huyamos de reconocerlo, porque con ello creemos lavar nuestra conciencia, sólo ofrece la miseria o la más absoluta pobreza para mas de la mitad de sus habitantes, un mundo que genera la suficiente riqueza para que todos pudiéramos disponer de lo necesario para vivir sin demasiadas preocupaciones, erradicando definitivamente no solo la miseria, sino incluso la misma pobreza, y no se trata de repartir la riqueza por igual al estilo del estúpido y castrante comunismo, sino de garantizar a cada ser humano el mínimo necesario para su subsistencia, y a partir de ahí, a correr…
El correo en cuestión muestra las explotaciones mineras, textiles, metalúrgicas, de recuperación de residuos, etc. donde niños escuálidos y demacrados son explotados durante todo el día, dejando únicamente al margen sus pocas horas de sueño en condiciones deplorables, ello sumado a las constantes muertes producidas por el hambre en gran parte de Africa, pone de relieve situaciones intolerables de las que todos somos culpables, unos por acción y los más por omisión.
Hace unos días, la institución que profesa la mayor hipocresía de este mundo, en el único Estado no democrático de Europa, regido por una teocracia con su dictador al frente, celebraba en plena euforia y con un despliegue de medios entregado e insultante, su máximo homenaje a dos de sus anteriores jefes de Estado, a la vez considerados por esa institución como los representantes de su supuesto dios en la Tierra, en una pirueta de suprema hipocresía, cuando una de las tres personas que componen la identidad de tal dios, había manifestado que la “salvación” pasaba por cumplir un mandato meridianamente claro: vende lo que tienes, dáselo a los pobres y sígueme…
Observar al tiempo en el ordenador el correo descrito y el reportaje emitido por TV sobre el sarao a mayor gloria de la máxima ostentación, a mi al menos me ha parecido indignante e indigno de las enseñanzas de un carpintero de Nazaret, que hace ahora algo mas de veinte siglos la emprendió a mamporros con quienes hacían ya de su religión, la judía, un mercado infinitamente menos evidente que el proclamado ahora urbi et orbe para todo un rebaño que sigue sin enterarse de nada mas allá de lo que le pastorean sus explotadores mentales.
Evidentemente todo este rebaño seguidista, absolutamente incapaz de hacer autocrítica y de hacer uso de la razón, seguirá ignorando la realidad y proclamando tales observaciones como pura demagogia, como manifestaciones de sus enemigos o como técnica de desprestigio hacia una institución milenaria, cuando si nos atenemos al significado que el diccionario de la lengua española le otorga a la palabra demagogia, eso es precisamente lo que están haciendo con ellos, pues dícese de demagogia la “dominación tiránica de la plebe con la aquiescencia de ésta”, o el “halago de la plebe para hacerla instrumento de la propia ambición política”.
Todos somos culpables de las situaciones de miseria existentes, en mayor o menor medida según nuestras posibilidades, de ahí que los Estados y algunos explotadores lo sean en primer lugar, pero sobre todo si hay un Estado cuya conducta es imperdonable, es el Estado teocrático que no solo se pasa los mandatos de su dios por el arco de triunfo, sino que a vista de todo el mundo que sufre, hace gala de la mayor ostentación al servicio de su propio ego, y ello con la aquiescencia de un rebaño que no ha entendido absolutamente nada de nada del mensaje del hombre mas manipulado de la historia, del que mas parásitos han vivido y siguen viviendo a cuerpo de rey, alimentados por lo mas necio de la sociedad.
Mientras tanto, anualmente en el Tercer Mundo, miles de niños mueren de hambre y de explotación a espaldas de tanto imbécil (alelado, escaso de razón) que prefiere no enterarse de nada y en su solemne ignorancia pensarse que su dios está con ellos.
Sepulcros blanqueados.

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