Opinión

Los santos inocentes

Ya finalizado el año nos ha tocado, una vez mas, “celebrar” el día de los santos inocentes. Bromas y engaños con buena intención y en aras del buen humor, caracterizan actualmente la fecha del 28 de diciembre pero, ¿qué hay detrás de esa fecha?.
En la fantástica e imaginativa literatura bíblica, concretamente en el evangelio según san Mateo, se hace referencia a los llamados santos inocentes, al tratar sobre el controvertido nacimiento de Jesús. Conviene recordar que ni los evangelios de Marcos ni Juan, hablan para nada del nacimiento de Jesús, y que el de Lucas lo relata de forma totalmente distinta, sin magos, ni estrella, ni santos inocentes, ni nada de lo expuesto por el de Mateo, quien por otra parte, y según mantienen hoy los principales estudiosos sobre el particular, no parece haber sido escrito por Mateo, sino alrededor del año 80 y por autor anónimo, basado en Marcos, en la Fuente Q (el nacimiento), e inspirado por los paulistas, con el objeto de convencer a los judíos, en otro vano intento, de la autenticidad de Jesús como el Mesías, buscando coincidencias con las profecías que anunciaban su llegada y el modo, pero veamos lo que nos cuenta.
Los reyes magos de oriente, que al parecer ni eran tres, ni reyes, ni de oriente, al menos Ratzinger (La infancia de Jesús) da por buena la procedencia de Tartesos (España), deciden viajar a Jerusalén siguiendo una estrella, para algunos un cometa y para el papa alemán una conjunción entre Júpiter y Saturno habida entre los años 6 a 7 a.C., para una vez allí visitar a Herodes, rey de Judea muerto el año 4 a.C., para preguntarle por el paradero del anunciado nuevo rey, según señas astrológicas por ellos reconocidas. Herodes, celoso de tal posibilidad, tras haberlos enviado antes a Belén, en función de profecías (Miqueas) que anunciaban al pequeño pueblo como origen de un rey, donde al parecer los magos lo adoraron en ausencia de San José, algo que el propio Ratzinger dice no explicarse; tras pasado un tiempo sin noticias, decide dar muerte a todos los niños menores de dos años en la zona de posible ubicación del nacimiento, niños a los que posteriormente la Iglesia califica de “santos inocentes”. El acontecimiento es absolutamente desconocido, tanto para el resto de evangelistas, como para el historiador del pueblo judío de la época, el conocido Flavio Josefo, quien nunca lo menciona y que de ser mínimamente cierto, hubiera tenido una repercusión histórica notable. Curiosamente, también Flavio Josefo nos dice que el supuesto censo que habría de llevar a José y María a Belén, donde se ubica el alumbramiento de María a “su hijo primogénito” (tendría 5 más, citados en el propio evangelio) según Lucas, tuvo lugar realmente en el año 6 d.C. (tampoco lo niega Ratzinger).
Pasados unos siglos, en Europa, principalmente en Francia, había prosperado una fiesta pagana que se celebraba entre el convencional nacimiento de Jesús el 25 de diciembre (parece ser que tuvo lugar en abril), y el fin de año, llamada la “fiesta de los locos”, en la que los ciudadanos invertían sus funciones en la sociedad (hoy día aun quedan resquicios, incluso en España). Ello llevaba, en un día, a situaciones no solo cómicas, sino gran parte de las veces claramente sacrílegas, ya que a ella se sumaba ansiosamente gran parte del clero (mayor y menor), convirtiendo en ese día a las iglesias en todo lo imaginable. En la línea secular de la institución, de  subirse al carro de cualquier evento de éxito, en el siglo IV, institucionaliza la fiesta, modificando su contenido y haciéndola coincidir con la que al mismo tiempo se celebraba en recuerdo de los supuestos “santos inocentes” que, finalmente había calado profundamente entre el personal crédulo de entonces. El empuje popular, como era de esperar, convirtió el triste recuerdo en una fiesta en la que la chanza se había dulcificado (no siempre), pero que en definitiva se había convertido en un día de alegría y de pagano cachondeo.
Bien, hoy creo que es de rigor, una vez mas, romper una lanza a favor del actual Papa Paco, un personaje valiente que ha aceptado el reto de ir poniendo las cosas en el sitio que el nazareno intentó dejarlas, antes de que Pablo lo cambiase todo para acabar transmitiendo un mensaje que, con los años, muy poco tiene que ver con todo aquello.
Para ello, para reivindicar la actitud hacia el recuerdo y la compasión hacia aquellos pretendidos santos inocentes, ha hablado de los santos inocentes de hoy, los reales, los niños que malviven en un mundo absolutamente hipócrita, siendo explotados en infinidad de países, católicos y no católicos, en beneficio del enriquecimiento de tantos, de las bajas pasiones, de la crueldad y del abuso mas tremendo, y lo ha hecho pidiendo que tengamos conciencia de ello, que no escondamos la cabeza bajo el ala, que no contribuyamos, que lo denunciemos, etc.
Como agnóstico, he de confesar que, en general, admiro a este argentino, aunque me temo que en esa cueva de delincuencia donde ya se cargaron a un papa anterior no hace tantos años, y han inhabilitado a otro mas recientemente, empieza a correr serios peligros, no obstante, para un católico, creo que el asunto debería ser objeto de atención, como lo ha hecho Francisco a la hora de cuestionar en ese día el cachondeo secular al que se han prestado, en aras de cambiar las tornas y propiciar una jornada de reflexión y de firme propósito de lucha, para que jamás un niño vuelva a ser explotado, porque ese es el verdadero espíritu de tal celebración. 
¡Ojo Francisco, que hay mucho boludo… viste.!      

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