Si, en política no es creíble el ¿qué?, si no se especifica claramente el ¿cómo?
Estamos hartos de escuchar centenares de promesas de lo que cada político ofrece, ya sea en campaña, como en confrontación con otro farsante, para luego incumplirlo todo por falta de ideas o de legalidad a la hora de materializar el “cómo”.
Por supuesto, ello vale también a la hora de leer a columnistas, generalmente de izquierdas, cuando critican visceralmente situaciones de la vida real, generalmente lamentables, para las que exigen su inmediata solución, sin ofrecer alternativa alguna.
Ayer caía en mis manos un artículo de Rosa Montero, en la que criticaba al gobierno por seguir consintiendo los desahucios.
España es, al menos en teoría, un Estado de Derecho, y ello supone la garantía de que al ciudadano le ampara la ley en todos los órdenes de su actuación como tal.
Si yo con mis ahorros de toda la vida he conseguido invertir en una vivienda para que con su renta me pueda mantener, tengo derecho como ciudadano, a que el Estado me ampare en el cumplimiento de la ley a la hora de exigir el importe del alquiler, al igual que si le vendo la vivienda a alguien y ese alguien no me paga, o si sencillamente me la okupa. No hace falta autotitularse de izquierdas para sentir pena, tristeza, desamparo e incluso rabia, a la hora de comprender a quien por las circunstancias de la vida ya no puede hacer frente a sus compromisos económicos, bien a la hora de pagar el alquiler, la hipoteca, o de verse en la calle por falta de vivienda.
¿Cuántos inquilinos que no le pagan tiene Rosa Montero? ¿A cuantos inmigrantes da cobijo en su casa? ¿A cuantos sin techo ha consentido que le okupen sus propiedades? Es muy fácil la crítica al teóricamente más fuerte de cara a favorecer al más débil, pero no vale de nada la demagogia, si al final no se ofrecen soluciones factibles y justas. ¿Cómo solucionaría Rosa Montero el problema de los impagados, solucionando al tiempo el problema de los que no cobran?. Generalmente estos personajes de absoluta simpleza, por muy mediáticos que sean, suelen escabullir el bulto saliéndose por las ramas, con argumentos tan chungos como que las viviendas son de los bancos, de los promotores, o de los ricos, y por tanto que se joroben si no cobran o si les okupan sus viviendas.
A mi un desahucio me parece tristísimo y algo que ojalá ningún Estado pudiera permitirse, pero no una injusticia, y menos en un Estado de Derecho, al menos mientras no se ofrezca una solución legal que contemple equitativamente ambos intereses.
Si de alquileres tratamos, por un lado hay un inquilino que no paga, porque no puede, porque no quiere, o porque tiene otras preferencias con lo poco de que dispone, pero por otro lado hay un propietario que puede ser un particular, un empresario, o una entidad bancaria, situaciones con los mismos derechos pero con matices a considerar. Por regla general, cuando de un particular se trata, el no cobrar e incluso tener que atender al mantenimiento de la casa, puede convertirse en una situación similar a la que vive quien no puede pagar, con el agravante de que allí ha invertido todos sus ahorros. Si hablamos de una empresa o de un banco, la situación puede no ser tan grave o tener mejores soluciones mediante una pertinente negociación en el tiempo, aunque si finalmente la situación de insolvencia del inquilino se prolonga, los efectos pueden ser similares.
Por otra parte, cuando se habla de estos asuntos, siempre asoma el artículo 47 de nuestra Constitución, cuando dice: “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada”, uno de los artículos peor interpretados de nuestra Carta Magna, pues para nada garantiza la Constitución que cada español tenga derecho a una vivienda sin más, salvo que la pague, ya que se trata de un derecho de disfrute en condiciones dignas y adecuadas, lo que viene a decir que cada español tiene derecho a que la vivienda que le vendan o le alquilen, sea digna y adecuada, o lo que es lo mismo, que disponga de condiciones higiénicas-sanitarias suficientes, con todo lo que ello implica de servicios, ventilación, espacios, etc., vamos que no le hagan vivir en un corral, y no como demagógicamente tratan algunos de vender el asunto.
¿Qué hacer si alguien ha comprado o alquilado una vivienda y no puede pagar la correspondiente cuota o mensualidad? Esa es la cuestión y donde hay que buscar soluciones justas, equitativas que no perjudiquen a nadie y hacerlas legales.
Desde luego, si se trata de una venta y no es factible responder por la hipoteca, la solución es la dación en pago, pero atendiendo a lo ya pagado y al precio de mercado en el momento de producirse el impago, ya que no es lo mismo impagar la primera cuota que la última, de cara a una dación. Lo actual es un abuso descarado por parte de los bancos. El problema más complicado es cuando se trata del impago de un alquiler, sobre todo porque la Administración ha dejado de cumplir uno de sus principales pilares de cara a una política de viviendas, como es el de construir, como fondo social, las viviendas protegidas que solo al Estado debían corresponder, y no para la venta, sino para atender temporalmente estos casos por medio de cuotas estudiadas en función de los ingresos reales de cada familia atendida, cuestión que para nada ha de recaer sobre particulares, ya sean privados, empresarios o entidades crediticias. Ello si es factible y exigible, siendo además una fuente de creación de puestos de trabajo, de impulso a la industria y de reactivación de la economía.
Sra. Montero, la crítica, o es constructiva o solo vale para hacer cada día más el chorra, poner en claro la hipocresía reinante, subirse al estúpido carro de lo políticamente correcto, implorar el bobo aplauso de quienes no ven mas allá de sus narices, o fomentar más, si cabe, el odio y el rencor entre quienes aun tienen algo y quienes aspiran a tener, aunque sea a costa de otros.
Los desahucios son una tristeza enorme, pero si no tiene usted soluciones, calle, piense, y si su cerebro le propone algo, entonces láncelo al viento.
