Opinión

Intolerable secreto

Hace ya un mes y medio, una mujer policía (Vanesa Lage) fallecía en Vigo al tratar de evitar un atraco, mientras un compañero (Vicente Alló) era herido por ello, personas ambas a quienes los ciudadanos, en bien del orden público, debemos eterno agradecimiento.
Cada uno de ellos recibió varios disparos. La mujer, que no llevaba chaleco antibalas, murió al poco tiempo, mientras el hombre se encuentra ya sano y salvo, e incluso hace unos días dispuesto a competir en una carrera ciclista.
Hoy la noticia ya no es el hecho en sí, ni que al entierro de Vanessa no hubiera asistido el ministro del ramo, ni que en primera instancia todas las autoridades declarantes asegurasen que sí había impactos de entrada y salida, para después advertir que habría “sorpresas”, sino el intolerable secreto que se cierne sobre los detalles de la intervención de ambos policías, sobre todo la indeterminación a cerca de la posibilidad o no de que Vicente Alló llevase puesto un chaleco antibalas.
Las noticias sobre el particular han sido, y siguen siendo,  absolutamente contradictorias. Se ha dicho que llevaban los chalecos en el portamaletas del coche y no se los pusieron, que no los llevaban, que solo Vicente lo llevaba, que era suyo particular, que Vanesa no disponía de la prenda por no haber chalecos disponibles para mujer, que la policía les decía que si querían chalecos que se los comprasen, que ahora están llegando los chalecos a las comisarías, etc.
En cuanto a la asistencia médica, el panorama es muy similar con relación a Vicente, ya que se asegura por un lado que recibió seis disparos, por otro que fueron cuatro o dos, que no presenta orificios de entrada ni de salida, que si los tiene, que los 6 días de coma inducido se deben al trauma causado por los impactos en la zona pulmonar, etc. Uno no sale de su asombro. Es evidente que Vanesa ya nada puede aclararnos, pero Vicente no solo está vivo, sino coleando. Vivimos en un supuesto Estado de Derecho y en una supuesta democracia, en la que los “secretos” de responsabilidad en el mando no se contemplan, por propia definición de un sistema que aquí parece no entender nadie, empezando por la propia prensa.
Parece ser que Vicente ha dado superficiales explicaciones públicas y en su perfil mediático ha pedido que no se hable más del asunto, lo cual no solo no es válido, pues no le corresponde a él, por muy grave que sea el asunto, poner punto final a nada existiendo las posibles responsabilidades que hay sobre la mesa, entre otras cosas por respeto a su compañera. 
Es preciso que Vicente hable y nos diga de una puñetera vez si llevaba o no chaleco, si era suyo o del Cuerpo de Policía. En cuanto al médico que le atendió, si había orificios de entrada y salida o no, si fueron 6 ó 4 ó 2 los disparos, si la herida en el pulmón fue debida a una bala o a una fuerte contusión, si hubo otras heridas. Es preciso conocer si quieren o no responder a ello, y si no contestan conociendo perfectamente los hechos, preguntárselo a sus jefes, y si estos tampoco, a sus responsables políticos, quienes de no contestar deben dimitir inmediatamente, y que la justicia abra una investigación sobre los hechos y sobre el porqué de esta mafiosa supuesta orden de silencio. 
Tras todo lo publicado, la opinión pública no difiere demasiado de pensar que Vanesa no tenía chaleco, que Vicente tenía uno suyo propio que llevaba puesto, y que los impactos de bala no llegaron a penetrar. Así las cosas, el ciudadano se pregunta: ¿A que viene tanto tiempo sin dar razón sobre algo tan sencillo de aclarar?. ¿Hay alguien que tenía la responsabilidad de facilitar los chalecos y no lo hizo?, etc.
Lo grave de la desinformación sobre asuntos de este calibre, a efectos de la opinión pública, no es tanto las preguntas expuestas, sino las que ante la evidente intención de no dar respuestas, empieza a imaginar el ciudadano, el etcétera ultimo del anterior párrafo. Las preguntas que van mas allá. ¿Hay responsables políticos que no quieren dar la cara y obligan, mafiosamente, a los profesionales a callarse? ¿Alguien se pulió la tela de los chalecos o cualquier otra barbaridad que imaginarse uno pueda, en este mundo en el que la política real suele superar a la fantasía? 
La policía, sobre todo ellos, la familia de Vanesa en particular, y nosotros como ciudadanos, nos merecemos una explicación, y sino una investigación a fondo sobre el particular, y que caiga quien caiga.  

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