Opinión

Dimisión errónea

Pero, vamos a ver, ¿entendemos las cosas en clave democrática o dictatorial?. ¿Cómo es posible que, evidentemente siendo en clave dictatorial (parece ser lo nuestro), a todos les parezca lo normal, prensa incluida?. ¿En que país vivimos?
El PP se presentó a las elecciones con un programa en el que figuraba la reforma de la justicia, la modificación de la ley del aborto, la modificación del código penal incluyendo la cadena perpetua para casos extremos, la revisión de la ley electoral, sin subida de impuestos, sin costes judiciales, recortes de pensiones, de sanidad, sin amnistía fiscal, sin recorte de sueldos ni pagas a los funcionarios, sin dinero público para los bancos, sin copago ni abaratamiento de los despidos, etc., etc. En base a ese programa, los españoles, entre los que se cuenta una mayoría enorme de católicos, gente de orden, conservadores y de la derecha, le dieron la mayoría ¡absoluta!. Rajoy, capo máximo del partido que teóricamente administra el poder, pues la Constitución dice que nos pertenece al pueblo, aunque él, su partido y la mayoría del país se crea que le pertenece en exclusiva, ya de forma poco menos que sistemática, se ha venido cargando todas las promesas que le han sentado en la poltrona, una a una, sin el menor rubor ni justificación de ningún tipo.
Ahora, tras las dos antepenúltimas de la semana anterior, en la que (¡dejadme solo!) informó urbi et orbe que el único que decidiría el candidato a la alcaldía de Madrid sería él, y cuando le saliera de allí, a la que le siguió el, “donde dije digo, digo Diego” de la modificación de la ley electoral, nos regala con otro coitus interruptus, tras largo precalentamiento de confección de otra prometida ley en ciernes, que puesta en la balanza de la ruleta rajoyana de si subo o bajo, si voy o vengo, si quizá pero depende, o si al revés te lo cuento para que lo entiendas, finalmente incumpliendo de nuevo sus promesas electorales mas decisorias, la “aborta” y pasa a cargarle el feto a quien ha sido absolutamente fiel al mandato electoral, al que no le deja otra que dimitir en consecuencia y, para mayor cachondeo, contarnos el dimitido a todos, por hacer lo prometido, que el problema es que no ha sabido convencerle (¡pero si era lo que nos había contado a todos en campaña!). Pero no acaba ahí la farsa, y siguiendo su natural proceder, en menos de una hora y como viene siendo habitual en su pintoresca manera de entender la democracia (incluso la interna), se desabrocha algo el cinturón, echa una miradita a través de la holgura que deja, y de sus partes, ¡ale hop!, sale un nuevo ministro, y todo ello, si no fuera suficiente con adulterar la democracia, haciendo un esperpento de unas ruedas de prensa donde no hay preguntas.
¿Pero qué es esto?.
La prensa, en materia política y en una democracia, no solo tiene la misión de transmitir los mensajes de los políticos, sino que, para información del ciudadano, sobre todo cuando aquellos nada justifican, ha de inquirir a sus representantes sobre las razones últimas de los acuerdos adoptados, despejar dudas e investigar incluso sobre aquello que por razones ajenas a las del pueblo, sus representantes manejan en beneficio propio o en el de sus organizaciones, y si se les niega esa posibilidad, si asisten pasivos a esas charlotadas, se convierten en sus colaboradores y en traidores a una opinión pública a la que al final acaban pastoreando en beneficio de unos usurpadores.
Y esto que ahora viene a cuento con el PP, pasa exactamente igual con el PSOE en todos aquellos lugares en los que estos ostentan el “poder”, algo que si el ciudadano no censura, en este pais donde pesa mas la “cultura” de lo intrascendente que aquello que pone en jaque el bienestar de nuestros hijos, al menos la prensa, en conciencia, debería poner sobre el tapete, denunciarlo y escandalizarse con estas prácticas.
¿Es Gallardón quien ha de dimitir por haber llevado a cabo un mandato electoral, guste o no guste, o la dimisión debería corresponder a quien sistemáticamente se pasa por el arco de triunfo todo el programa, sin explicar razones, tratar de justificar sus veleidades y acabar haciendo la política de la oposición?
¿Es de recibo que el dimitido nos cuente ahora que su fracaso ha sido el no haber convencido al capo suficientemente, en lugar de montar en cólera y contarnos a todos que no ha tenido mas remedio que mandarlo a hacer puñetas, harto de sus actitudes dictatoriales, de sus continuos timos electorales y de su permanente vaivén político?
Hace muy poco, Gallardón, Aguirre y Mayor Oreja, eran las figuras mas apreciadas y votables entre los peperos en las encuestas, y ahora ya no están… cumpliéndose una vez más la máxima de que, en nuestra política: siempre los más mediocres acaban llevándose el gato al agua. 
¿Qué razones electorales existen en el PP para cargarse todo el programa por el que fueron elegidos y ello sin dar explicaciones?
¿Aún se extraña el país de que la inmensa mayoría de nuestros jóvenes empiecen a pedir a gritos que se acabe esta milonga?
¿Cuál será la próxima, Sr. Rajoy?

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