Opinión

Las nuevas monarquías

Desde aquella famosa humorada de María Antonieta, mucha agua ha pasado bajo los puentes de las monarquías. Se cuenta que un día la joven reina austriaca de los franceses, esposa de Luis XVI, preguntó a una de sus damas por qué la multitud no paraba de chillar a las puertas de Versalles. “Piden pan porque no tienen, majestad” respondió una de ellas, a lo que la soberana añadió confundida, “pues entonces que coman pasteles”. Pocas semanas después, esa multitud la llevó ante un tribunal popular quien la condenó y entregó al verdugo para que le cortara públicamente la cabeza. 

Es muy posible que la dramática anécdota no sea cierta, pero pudo serlo porque la realeza del Antigua Régimen habitaba en una dimensión completamente ajena a la realidad en la que vivían sus súbditos. Comportamientos como aquel –fruto de la más absoluta ignorancia de lo que significaba la existencia doméstica y su irresponsabilidad correspondiente- eran normales y naturales entre una minoría de élite de corona en cabeza. Hoy, las monarquías en Europa al menos, nada tienen que ver con aquellos reyes y reinas de finales del XVIII, y las testas coronadas han pasado a cambiar poder por respeto y distancia por cariño, las que han podido hacerlo. Eso parece desprenderse del curioso e intrincado protocolo que define las ceremonias en la mayor parte de los países con más arraigada tradición monárquica uno de los cuales, y probablemente el que más lo exterioriza, acaba de testificar un cambio en titular del trono. La reina Margarita II, soberana  hasta ayer, ha cedido el cetro en vida a su hijo y heredero, Federico, que reinará como Federico X y al que hace unos días le brotaron ciertas sospechosas actitudes con una señora ampliamente conocida por los españoles llamada Genoveva Casanova, dama mexicana de notable poderío y ex esposa de Cayetano Martínez de Irujo con la que tuvo su devaneo a pesar de que el joven rey está casado con una australiana con la que tiene cuatro hijos. A los daneses no les importan estas cosas lo más mínimo –se han volcado con el nuevo monarca al que apoya un 90% de la población según las encuestas- pero a la reina Mary McDonald, su señora, sospecho que no le ha gustado mucho. Es natural y lleva ya tiempo con cara de pocos amigos. 

En todo caso, los reyes ya no se mueren con la corona puesta y ahora se jubilan lo que es un avance. Si además el que viene cumple, pues mucho mejor. Ahora no hay guillotina, pero hay exilio y más vale lucirse. Por si…

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