Opinión

Lo de Reyes Maroto

A pesar de la aparente fortuna que se atribuye a Pedro Sánchez en una trayectoria política que no deja de proporcionar carambolas capaces de acabar sentándolo en la Moncloa probablemente sin haber cosechado méritos suficientes para ello, un análisis más riguroso y desapasionado de esta controvertida figura nos propone ciertas dudas sobre esa buena suerte que supuestamente le ha acompañado durante toda una vida. Una vida subordinada al cumplimiento de sus ambiciones, sembrada de hechos contradictorios, y trufada de una muy generosa dosis de imposturas. Los expertos en el análisis político han definido al presidente en funciones como un superviviente, y hay que reconocer que es una definición muy razonable para este personaje controvertido y mutable que se inició cultivando la campechanía y aguarda hoy la posibilidad de un nuevo mandato utilizando facetas distintas a las del inicio. Sánchez explora hoy una suerte de despotismo ilustrado que juega con el populismo y el miedo. Ese superviviente es, sin embargo, menos potente de lo que tratan de transmitir los equipos especializados que trabajan para él desde los despachos de Presidencia y que transmiten a los ministros que de él dependen las consignas que deben utilizar en la misión de conservarle el sillón de primer ministro de la Corona. Reyes Maroto, ex ministra y hoy portavoz socialista en el ayuntamiento de Madrid, no tiene inconveniente alguno en asegurar en el curso de una delirante entrevista, que Bildu y su partido se ponen de acuerdo en mejorar la vida de los españoles, una afirmación que estremece porque el interlocutor de esta apuesta por la mejora es un sujeto al que los informes policiales atribuyen su participación directa en media docena de secuestros y un asesinato. Maroto cumple, eso sí. De todos modos y para redondear un dictamen sobre la fortuna política de Sánchez algo más amansado que el que se usa habitualmente, a Sánchez le han ocurrido algunas cosas durante su presidencia que parecen desdecir la suerte que le adjudica todo el mundo. Por ejemplo, la pandemia, por ejemplo la guerra de Ucrania y, por ejemplo el ataque de Hamás, suceso este último que puede pesar gravemente sobre su intento de reelección que no acaba de estar ni mucho menos atado. Sánchez lleva tiempo caminando sobre un cristal y hay algunas muestras fehacientes de que el cristal se astilla a cada una de sus pisadas.

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