Opinión

Hábitos de comunicación

Los nuevos modelos sociales que parecen abrirse paso en esta primera mitad del nuevo milenio, han resuelto otorgar un papel dominante a los sistemas de comunicación relacionados con la imagen y el sonido. Todo lo que se impone ha de entrar primero por los ojos y por los oídos, pero ha de hacerlo además sin barreras que lo modulen y a toda velocidad, lo que implica no solo el dominio absoluto de la inmediatez sino la práctica imposibilidad de la supervivencia. Estas reglas se han hecho fuertes de manera muy especial en los espacios relacionados con la información. Como el mundo ha conseguido demoler sus fronteras y las situaciones se perciben, en el mismo momento en que ocurren, tanto en Tokio como en Villanueva de la Serena, la natural  prudencia con la que los que éramos profesionales del medio tratábamos una materia tan delicada como la información ha pasado a mejor vida entre otros asuntos fundamentales porque su manejo hace algún tiempo que ya no es potestad de los que trabajábamos en el oficio y aplicábamos en su desarrollo algunas de las cuestiones que nos habían enseñado en las aulas como ha ocurrido durante toda la vida de Dios con los médicos, los abogados o los arquitectos. Es verdad que una metedura de pata cometida por un médico puede costar una vida, que un desliz de un abogado puede salirle al cliente por veinte años y un día, y que si un arquitecto se equivoca en los cálculos el resultado puede acarrear más contratiempos que los puramente estéticos, pero al menos son los profesionales los que los cometen mientras que a los periodistas nos ha barrido el tsunami del progreso tecnológico que permite informar a cualquiera y hacerlo del modo que le dé la gana sin que sea necesario sospesar sus consecuencias.
Los nuevos medios de comunicación son, en esencia, fuentes de espectáculo  y eso es así contando además con el factor añadido de la efectividad con la que se propaga cualquiera de sus episodios aunque ni siquiera sean ciertos. Hace unos días, una entrevista de Pablo Motos y Sofía Vergara dio la vuelta al planeta por su tensión que llegó en ocasiones a un conato de verbal violencia. Luego resultó que la entrevista estaba pactada de ese modo y que ambos protagonistas se rieron a modo del televidente. Pues no sé si eso es honesto, francamente.

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