Opinión

Por fortuna o infortunio

Por fortuna o infortunio, la nueva canción lanzada a los mercados con el nombre de los Beatles nos ha apartado del camino de perdición impuesto por las negociaciones -o más bien tributos y vasallaje- de Pedro Sánchez para  con los independentistas catalanes, conducidos por un prófugo de la justicia que tras protagonizar un delito de sedición, huyó al extranjero oculto en el maletero de un coche. Por eso hablo de fortuna, pues la aparición de “Now and then” ha reconducido el debate por otros caminos, proponiendo como nudo de la discusión no solo la calidad y belleza del producto sino su idoneidad, apartándonos de la pesadilla de conciencia que nos asalta a la mayoría en la contemplación de este continuo y aparentemente irrecuperable disparate. Y también apelo al infortunio  para  reflexionar sobre la realidad que nos acongoja, nos indigna y nos asalta. La imposibilidad de revertir una situación de una gravedad extrema que a la vista del escenario en el que está situada, va a salir mal seguro, sea cual sea el final del episodio.

“Now and then” es un artículo polémico que ha habitado entre nosotros proporcionando materia para el intercambio de opiniones porque nadie puede a estas alturas del tiempo permanecer ajeno a los Beatles aunque sus juicios de valor sobre su existencia y su obra sean dispares y ya tengo entre mis buenos amigos aquellos que disfrutan con su audición y aquellos a los que no les gusta absolutamente nada ni la canción ni el proceso en sí. Benditos sean ellos y lo debatiremos amigablemente en compañía de unas buenas cañas.

Lo otro tiene una pinta mucho peor, y en mi caso reconozco que me corre la bilis y me incita a no perdonar jamás a Sánchez su contribución a lo que parece un plan premeditado para descuajaringar un país que nos ha servido durante siglos con lealtad y firmeza propiciándonos –salvo en determinados periodos de su existencia- una buena vida y un ámbito de prosperidad, libertad y rigor que muchos anhelan. El nuestro es un país muy bello y razonable, confortado por instituciones plenamente democráticas y ciertos sistemas de actuación modélicos que va a ser dinamitado sin merecerlo.
Mi única esperanza es confiar en que el delincuente que marca los tiempos eleve tanto el listón que ni siquiera el presidente del Gobierno en funciones pueda aceptar sus órdenes simplemente por riesgo de ingresar en la cárcel. Aún puede pasar.

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