Opinión

Con papel de fumar

Como vivimos tiempos muy delicados y cualquier  insignificante desliz puede montar un tiberio de difícil normalización, abogo por mi parte por la prudencia a la hora de introducir en manifestaciones individuales o colectivas conceptos que puedan ser objeto de debate interpretativo. Lo hago con preocupación y pena, porque sin desearlo pero en aras de una comprensible preocupación, yo mismo me posiciono en las filas de aquellos que prefieren reflexionar y pararse a pensárselo dos veces antes de obrar con liberalidad a acabar pisándole el rabo a un león dormido. La tiranía de lo políticamente correcto propone con excesiva frecuencia callar antes de meter la pata y el ejercicio de la autocensura es algo más que una anécdota para creadores y artistas a los cuales les está cercenando la disyuntiva de  emitir juicios que puedan suscitar respuestas hostiles sin pretenderlo.
Hace un par de días, al artista Escif, diseñador de la falla municipal que no concursa en el certamen por decreto y se planta en la plaza del Ayuntamiento en la ciudad de Valencia, fue objeto de una furibunda campaña de críticas y recibió acusaciones de xenofobia durísimas que al diseñador sorprendieron por completo y le han obligado a emitir un comunicado público pidiendo disculpas si había ofendido a determinados colectivos. El artista  colocó a cuatro ninots muy realistas encaramados a la verja que circunda el monumento fallero, que representan a cuatro emigrantes subsaharianos tratando de rebasar la cerca de Melilla. Su intención no era otra que solidarizarse con este colectivo y concienciar a la opinión pública de la necesidad de prestarles ayuda, al tiempo que advertía a las autoridades e instituciones del compromiso por socorrerlos. Ante su pasmo, varias organizaciones humanitarias lo han puesto a parir porque han interpretado su mensaje a la inversa y le están acusando de “racismo institucional” para su profundo desespero.
No es el primer ejemplo de interpretación inversa de un mensaje que trata de ser solidario y positivo, y aquellos que nos ganamos la vida escribiendo nos formulamos este tipo de reflexiones cada vez que nos sentamos ante la pantalla de nuestro ordenador antes de ponernos a la tarea. Los tiempos son difíciles  y el papel de fumar ya no se encuentra tan fácilmente en los estancos. O sea, que mucho ojito.

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