Opinión

taurofobia consolidada

Tres tardes, media entrada en cada una de ellas y en total unas 5.000 personas en la plaza. Una cifra todavía importante pero muy lejos de los buenos tiempos, cuando por los tendidos de la Boa Vila aparecían el presidente del Gobierno y el de la Xunta, entre otros muchos rostros conocidos. Ya no. Hay una sencilla explicación: los toros no son cool y han iniciado una decadencia visible. Su final se atisba en el horizonte aunque aún resista en Madrid, Navarra o Andalucía. 
En Galicia llegó a haber una plaza permanente en Vigo, en As Travesas, y otra de cierta importancia en A Coruña, pero nunca hubo afición. Incluso en Noia se organizaban corridas con regularidad. Todo ello es historia y aunque no se puede poner el cartel de asunto liquidado, parece cuestión de poco tiempo que la comunidad gallega se una a otras donde el toreo ha sido desterrado. Y sin necesidad de legislar: simplemente por pura lógica, por cuestiones éticas y estéticas que llevan un espectáculo tan lleno de historia como de sangre y muerte a su extinción, como antes el de los gladiadores en las arenas del anfiteatro romano. Ambos se parecen.
Pontevedra, tan singular en algunas de sus cosas, donde todavía se mantienen tradiciones rancias como los bailes de presentación de señoritas en sociedad, soporta aún una feria que se va apagando. Este domingo fue la tercera y última corrida y hasta el año que viene no habrá más por Galicia. Hace no tanto, incluso se celebraban en Coruña, en un multiusos construido como una plaza vergonzante. Ya no. Curiosamente, en la Noble Lusitania hay cierta afición a las "touradas". En Viana do Castelo existe una plaza y sólo de forma reciente se han prohibido las corridas. Continuará... 

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