Opinión

La frontera del lagares

El Lagares era una auténtica cloaca hace no tantos años para haberlo olvidado y todavía se recuerda a principios de los ochenta una popular y bien enfocada campaña del alcalde Soto titulada “Por un Vigo millor”, donde proponía como una de las grandes conquistas ciudadanas poder merendar “á beira do Lagares”. Aquello, viendo el pestilente charco contaminante en que se había convertido el río, sonaba a ficción, pero hace tiempo que es bastante posible. Quedaba la última frontera, un paseo del litoral en la totalidad del río, que es un desconocido para los vigueses salvo en sus tramos más sobresalientes, en Castrelos, Balaídos y el curso último, hasta Samil. Y en eso estamos. El Lagares hace años que dejó de ser un problema y para ello ha hecho falta mucho empeño y sobre todo mucho dinero. Para construir una primera depuradora, insuficiente pero que permitió acabar con la cloaca en que se había convertido el río. Luego llegó la segunda, aún mayor, con capacidad para regenerar toda la Ría, que ayudará decididamente a que, por ejemplo, Samil pueda tener en su totalidad una bandera azul y que no haya más quejas con la calidad de las aguas para el cultivo de mariscos, que valió una denuncia y una multa ante la Unión Europea que nunca se llegó a abonar. Y que aceleró construir la planta de tratamientos de aguas.
El paseo del Lagares completo, desde su nacimiento en Peinador hasta su desembocadura, mejorará la calidad de vida de los vigueses y les (nos) dará otra perspectiva sobre la ciudad, vista desde dentro, parroquia a parroquia desde un lago en el aeropuerto hasta el mar.

Te puede interesar