Opinión

Pax portuaria

La foto que publicó este diario el jueves tiene su historia: era la primera vez en años en que se sentaban en una mesa la dirección de la Autoridad Portuaria y su némesis, la autodenominada Defensa da Ría. El Puerto ha mantenido una postura coherente a lo largo de los años: tratar que la terminal marítima funcione de forma correcta adaptándose a las necesidades de los usuarios. Porque si las navieras no pueden atracar en los muelles, o si las condiciones no son adecuadas en la estiba, o en las tasas, se irán a otra ciudad y para Vigo supondrá una catástrofe. Ha ocurrido. En una ciudad de tamaño medio que cuenta en pleno centro con un puerto situado entre los mayores de España -el quinto en exportación, primero en pesca y movimiento de vehículos- son lógicos los roces y las tensiones, pero no hasta el punto de lo ocurrido en el pasado, con una auténtica guerra desde el consistorio que tuvo su culmen en Areal, donde no solo se paralizó la obra con un recurso municipal sino que también los recursos llegados de Europa, que a punto estuvieron de perderse. 

Eso es historia, pero las tiranteces han continuado. Y en ello participó de forma activa Defensa da Ría, oponiéndose prácticamente a cualquier acción de la Autoridad Portuaria. La foto parece haber devuelto al menos la posibilidad de diálogo, aunque las perspectivas continuarán siendo muy alejadas. Por ejemplo, la asociación propuso al Puerto que recupere el tren al Berbés, algo hoy impensable y que el Concello no autorizaría. Es inviable y no se va a hacer. También dio su apoyo la misma asociación a que el ferrocarril una Guixar con el Puerto Seco -ya está en marcha la obra- y con la terminal de coches de Bouzas, un objetivo de la Autoridad Portuaria que apoya la Xunta y que no va a ser mañana. Exige la Salida Sur de Vigo, cuyo inicio no está a la vista ni a medio ni a largo plazo, y articular un ramal soterrado de enlace. El Concello dice “no”. Defensa da Ría dice “sí”. Ahí estamos.

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