Opinión

Fusiones y confusiones

La legislatura autonómica que al fin se inicia -dos meses después de las elecciones, excesivo- tendrá entre sus propósitos conseguir avanzar en la fusión de ayuntamientos, asunto siempre complejo por cuanto todo el mundo está de acuerdo… siempre que sean otros. Ni siquiera me imagino reunir Mondariz con Mondariz Balneario, pese a que todo jugaría a favor. Y mucho menos operaciones de mayor enjundia, como Pazos con Fornelos, siendo ambos de menos de 3.000 habitantes, o Crecente con Covelo, que se encuentran en una situación similar. El experimento más interesante de España, con la unión de dos grandes municipios extremeños, parece que ha descarrilado, y en Galicia, en quince años solo ha habido dos éxitos, uno de ellos cercano, el famoso Cerdedo, que vinculó su destino a Cotobade. Sí es cierto es que se ha parado el fenómeno contrario, la desagregación -el último, A Illa de Vilanova, que parecía lógico y había población suficiente para dos concellos independientes- pero en definitiva, nadie quiere ceder para integrarse con sus vecinos. Así que la única solución, si es que se quiere ir por ese camino, pasa por una ley, supongo que estatal, que fije las condiciones para que haya ayuntamientos, pongamos una población mínima. Y además, dar las máximas ventajas y privilegios a los que opten por hacerlo de forma voluntaria.

Sobre esto siempre pondré a Vigo como ejemplo del éxito de una fusión, que en su caso fue doble y manu militari. Primero, hace algo más de un siglo, con Bouzas, que dio al ayuntamiento resultante las playas; después, con Lavadores, hace apenas 85 años, que añadió superficie y toda la red perimetral parroquial. Si Vigo no fuera resultado de su integración con Bouzas y Lavadores, hoy no tendría ni autopistas, ni universidad ni los servicios de una capital provincial. Tampoco AVE. Que sigue sin llegar, claro

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