En 1961 se construyó el monumento a los caídos en la falda del Castro para conmemorar los 25 años de la Guerra Civil. Estaba compuesto por una cruz sin añadidos y a su alrededor varios elementos claramente identificados con el franquismo con un altar y representaciones de soldados, así como lemas propios del bando vencedor. Incluso sirvió en los años setenta para concentraciones de falangistas. Por tanto, no hay duda de su origen.
En 1979 llega la primera Corporación democrática, que decide acabar con el callejero impuesto por el franquismo y recuperar el anterior. Sin embargo, decidió respetar la Cruz del Castro eliminando antes todas las referencias al franquismo, convirtiéndola así en símbolo de reconciliación. La decisión política fue por unanimidad.
Ya en el siglo XXI con Zapatero, el PSOE aprueba la Ley de Memoria Histórica. Su aplicación conlleva eliminar las lápidas de los caídos en las iglesias. Se hace sin problemas y con acuerdos. También desaparece el frontal del antiguo Banco de España. Antes, la alcaldesa Corina Porro elimina el escudo del anterior régimen que presidía el Rectorado de Areal y lo reemplaza por uno del ayuntamiento de Vigo al convertir el edificio en la sede de la Alcaldía.
En el actual mandato la asociación Memoria Histórica, el BNG y partidos de la izquierda extramunicipal se manifiestan reiteradamente al pie de la Cruz reclamando su derribo. La Corporación hace otra declaración, esta vez por mayoría más que absoluta, 24 de los 27 ediles, a favor de dejar las cosas como están. El PSOE ratifica su apoyo, pese a la ley. Memoria Histórica presenta reclamaciones judiciales y las pierde. Pero esta semana otro juez les da la razón.
Así tenemos la Cruz del Castro, sin ningún símbolo del anterior régimen sino sólo una cruz cristiana, en riesgo de ser demolida. Con la paradoja de que podría ser levantada otra igual en el mismo sitio. ¿Demoler una cruz? ¿Volarla con dinamita? Los precedentes que me vienen a la memoria son los talibanes con los budas y el ISIS en Irak…
