Opinión

Una cuestión de sensibilidad

No soy nada partidario de las cuotas, pero si a estas alturas resulta impensable un Gobierno formado solo por hombres (o por mujeres) tampoco parece lógico que no haya ni un vigués en el Ejecutivo gallego tras el extraño cese de García Comesaña. Y si no hay ningún vigués en el PP que pueda formar parte de la dirección de la Xunta, tendrán que buscarlo: seguro que lo encontrarían. El primer equipo 100 por cien del Alfonso Rueda ha sorprendido por un par de cosas. La primera, la desaparición de las dos vicepresidencias, caso único que yo recuerde al quedar Diego Calvo y Ángeles Vázquez relegados de nuevo a conselleiros rasos. Desde el último Gobierno de Fraga siempre ha habido un número 2, tanto con Touriño como con Feijóo, siendo paradójicamente el propio Rueda quien ocupó el cargo durante más años. Fue clave para que tras la salida de Feijóo se convirtiera en número 1, primero elegido por el Parlamento y después ratificado también por las urnas. Y la segunda sorpresa ha llegado con la marcha de Comesaña, no solo porque no había encima de la mesa ninguna causa objetiva de despido -su gestión ha sido en general buena y no había ningún incendio- sino también porque “sonaba” como posible recambio para Marta Tapias al frente del PP vigués. Ahora su posición queda drásticamente tocada, desplazado a diputado en el Parlamento de Galicia. Ayer se despidió con elegancia, como procede. Y en el PP vigués, más allá de las declaraciones obligatorias, había una notable decepción ante una cuestión de sensibilidad. De momento el resultado práctico de esta sorprendente estrategia  se resume en dejar todo el argumentario a la oposición. Y gratis.

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