Opinión

La autovía de Touriño

En 2004, un año antes de ser presidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño se encontraba de “road show” por todas las ciudades gallegas vendiendo su mercancía política. Todo iba muy bien hasta que una de las ruedas de prensa le preguntaron por la autovía A-55, que él mismo inauguró siendo secretario de Estado de Transportes, cargo equivalente a viceministro. Touriño montó en cólera y no solo negó ser el autor de la obra, sino toda responsabilidad con la ejecución de una autovía que a esas alturas ya era conocida como “da morte” por el número de víctimas entre fallecidos y heridos que ya acumulaba en sus primeros diez años abierta al tráfico. No sería sino el preludio de lo que vendría después. Han pasado 20 años más y todo sigue igual o peor, al haberse incrementado el tráfico y empeorado las condiciones de la carretera, que si dejó de ser la “autovía da morte” fue solo gracias a la limitación drástica de la velocidad y al despliegue de radares que recaudan millones de unas 66.000 multas al año, con cuyo importe es posible que se pudieran mejorar algunas partes del trazado. Llegó Emilio Pérez Touriño finalmente en 2005 a la Xunta y se fue cuatro años más tarde -despedido en la noche electoral por el propio PSdeG pese a no haber perdido ni un escaño- y no logró que el Gobierno de Zapatero arreglara la autovía de sus desdichas y enfados coléricos públicos. 

A su favor decir que tampoco su sucesor tuvo éxito: solo al final consiguió que Mariano Rajoy se comprometiera vía plan extraordinario a poner en marcha la construcción de una autovía en túnel desde Vigo que no sería sino finalizar la A-52 Rías Baixas que se quedó en Porriño. Pero luego llegó la moción de censura y con ella el hoy proscrito Ábalos, que un día pasó por el consistorio vigués, firmó en el libro de honor, liquidó el plan de Rajoy y anunció que se haría con Presupuestos del Estado. Desde entonces, en los últimos cinco ejercicios, se consignaron 1,5 millones de euros para una obra estimada en unos 400 millones y este año ya no hay ni Presupuesto. Todo parece una broma. Salvo que la autovía sin padre aún seguirá muchos años más sumando accidentes.

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