Opinión

Las victorias que no cuentan

A la espera de que Abel Caballeo cometa la sonora inconveniencia de llevar a cabo un acto de desagravio público el ministro Blanco por una situación que compete solo a jueces y fiscales, Vigo ha sido marco de otro de esos homenajes al ministro que, en este caso, ha partido de los comuneros de Cabral. Si al colectivo al que yo perteneciera le hubiera soltado el ministro siete millones de euros hace unos días para pagar supuestamente una deuda histórica relacionada con la expropiación de terrenos usados en la ampliación de Peinador, estoy seguro de que también le tributaría un encendido homenaje porque que te salden una cantidad como esa debe ser cosa de agradecerse. Lo que ya no resulta tan adecuado es que se produzca en el trascurso de una campaña electoral. En torno a Blanco y utilizando las instalaciones del IFEVI, se ha convocado un almuerzo de amor y pleitesía y ya estamos a vueltas con la vieja modorra de un país que nunca ha sabido diferenciar con diligencia lo que es institucional y lo que es electoral y así nos va la marcha y así nos hacemos cada lío morrocotudo.

Hace algunos días, me contaban que Blanco está desmejorado y no es para menos porque el final de una década de poder y capacidad de decisión casi omnímoda en su partido y más tarde en el Gobierno, puede ir feneciendo malamente en el asfalto de una gasolinera de su tierra, y aunque cabe dentro de lo muy posible que lo de la gasolinera, Dorribo y el primo de los billetes quede al final en nada, la huella se borra con mucho trabajo y el siguiente paso estratégico que el titular de Fomento imaginaba para su carrera política se torna más complejo y distante, y bien que lo siente Abel que ha estado en el ajo y pretende sacar de esta aventura algunas ventajas que le compensen sus sofocones.

Blanco ha estado por Vigo estos días en tono menor, muy alejado de aquella pujanza leona que le caracterizó en sus mejores momentos. El almuerzo de agradecimiento de aquellos a los que les acaba de hacer millonarios no contabiliza porque, como les pasaba a los ases de la aviación en la I Guerra Mundial, las victorias en el aire hay que documentarlas y ésta no la es. Y lo de Teis es poco más que un bolo. A ver si va a ser verdad que está alicaído.

Te puede interesar