Opinión

Sánchez ha hecho suyo, con todos los efectos, el lenguaje del independentismo

Sánchez usa con naturalidad expresiones como “judicialización del proceso catalán”, “conflicto territorial”, “Estado español”, “España plurinacional” y otras. Y algunas de esas expresiones que emplea como propias significan la perturbación asumida de quien debe ser el primero en cumplir y hacer cumplir la ley, y entienda que hacerlo es “judicializar”, y para evitarlo, no sólo modifica a la carta el Código Penal, sino que para seguir al frente del Gobierno no tiene el menor escrúpulo de ceder en lo que sea como hemos visto y veremos. Como explica la catedrática de Historia Mary Castellón Valdés, el lenguaje político es esencial para marcar identidades y diferenciar el “nosotros” de los “otros” de ahí la importancia de marcarlo. Y en sus “Estudios sobre el populismo”, Ernesto Laclau analiza el deterioro del lenguaje y remarca la voluntad de vaciar las palabras de significado. En este caso está claro que “desjudicializar” es no aplicar la Ley que debe aplicarse en una determina situación que se aplicaría de modo ordinario. Pedro el colmo de las contradicciones supone tomar como propios los términos con que el enemigo o adversario presente con si lenguaje los agravios que a los que se somete. O sea, los que vulneraron la ley y se alzaron contra la Constitución deben ser perdonados con la amnistía, porque fue injusto aplicarles los efectos de vulnerar la norma general, ellos deben ser considerados fuera de ese marco “judicializado”.

El lenguaje es una herramienta utilísima para crear grupos de agraviados (“conflicto territorial”, “amnistía necesaria”, “derecho a decidir”, etc.).  Dice Lacau que “más allá de lo que diga el diccionario, todo significante está impregnado por connotaciones imaginarias y emocionales. Esto es lo que verdaderamente importa a la hora de transformar las palabras en armas de guerra. Imágenes y emociones hábilmente manipuladas se convertirán en el nuevo significado”. ¿Qué decir si el propio presidente del Gobierno dice que se debe “desjudicializar” el conflicto catalán?

Ni en vano George Orwell en su famosa novela “1984”, señala: “el lenguaje político está diseñado para hacer que las mentiras suenen veraces y el homicidio respetable”, unidad convergente de significado que llega a conformar una neolengua, o en realidad un anti-lenguaje como si las palabras, en este caso, dejar de aplicar la ley quisiera decir otra cosa. Es un lenguaje tramposamente connotativo, para dar la impresión de que se quiere decir algo diferente de lo que realmente se dice. Es la técnica consistente en el uso manipulador del significado flexible de las palabras o frases clave. Se trata de la distorsión de los vocablos al servicio del proceso manipulador, consiste en dejar la misma palabra, pero cambiando su contenido. Esto es lo propio de la deconstrucción. Imponer un neo lenguaje con términos vaciados de su sentido real. “desjudicializar” no es una medida administrativa; es dejar de aplicar la ley cuando y donde requiere. ¿Podía esperarse que el presidente del Gobierno, y máxime como contrapago iba a asumir el lenguaje de los insurrectos?

Churchill interpretó las propias advertencias de Clausewitz sobre la guerra, y supo actualizar en su tiempo, que uno de los signos de debilitamiento y derrota de un bando es cuando comienza a usar y tomar como propios los propios términos de adversario o enemigo. De ahí que sea interesante reflexionar sobre el modo en que, dejado de lado lo que marcara como “sus principios” el actual presidente en funciones, Pedro Sánchez, ha incorporado como propias las expresiones del lenguaje de sus consocios diversos, desde el independentismo catalán a Podemos y Sumar. Cierto, no obstante, que este cuadro figura dentro del marco general de la pobreza y reducción del lenguaje político en general en todos los espacios donde se manifiesta. Pero aquel que ayer dijera que lo ocurrido en Cataluña el 1-0 fuera un “delito de rebelión”, que en “Cataluña no hay presos políticos, sino políticos presos”, dice lo mismo que Rufián o Puigdemont.

Lo más paradógico y relevante es que mientras Pedro Sánchez hace suyo el lenguaje del independentismo, éste persevera, especialmente en el caso catalán, en sus objetivos, proclamas y exigencias, sin mover una coma. Incluso se burlan del presidente en funciones, cuando el propio Aragonès o Rufián le estampan que lo mismo que tuvo que ceder en la reforma del Código Penal y los indultos, tendrá que plegarse al resto de sus exigencias. El portavoz de ERC le recuerda que los indultos fueron negociados y añade que al PSOE hay que presionarlo para que actúe, para obligarlo a tomar las decisiones que le son impuestas, si quieren contar con ellos. Y para empezar hay que hablar como ellos.

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