Opinión

Rufián y Otegui nos dan el parte del estado de la política española

Para saber cómo van las cosas del presente en España, no es aconsejable fiarse de lo que diga Pedro Sánchez o sus portavoces. Es mucho más seguro escuchar a Rufián o tomar nota del cordial saludo de la portavoz del brazo político de ETA en el Congreso (¿O es que son otra cosa o tienen objetivos diferentes, con método distinto?) Mertxe Aizpurua con el presidente Sánchez. Si hombre, aquel que dijera “no es no y nunca es nunca”, rubricado por su ministra Carmen Calvo y aquello de “Pactar con Bildu es la línea roja intraspasable. Y los socialistas somos de fiar”. La antológica foto, digna de incorporarse al álbum de las infamias, ha sido celebrada por Arnaldo Otegui con esta frase: “Nos sitúa en otra fase política, aunque unos y otros no quieran”, cierto. Aquel hombre de principios se reunía por primera vez con la parlamentaria de la formación salida del seno de ETA. Pero en realidad, yo prefiero la locuacidad de Rufián, que tiene frases tan memorables como “Al PSOE hay que imponerle lo que tiene que hacer”, o “negociamos y le sacamos los indultos” o la más reciente y mejor: “Hace cuatro años, la amnistía era una utopía y ya ven”. Pura lógica descriptiva de cómo sigue sus dictados aquel hombre de principios que invocara desde la tribuna del Congreso, para decirnos que nunca haría el camino del poder de la mano de Esquerra Republicana de Cataluña. O sea, que lo que viene en lógica progresión es el referéndum de independencia, que los medios afines a Sánchez ya empiezan a presentarnos, en sus posibles variedades, porque lo de la amnistía es cosa cerrada, y ahora se enriquece, dentro del proceso de desarme del Estado, con los indultos a los procesados y condenados por los ERE. Y si la amnistía anula los procesos por saltos, violencia y saqueos, los indultos andaluces perdonarán el gasto de los fondos de los parados en putas y cocaína. ¡Qué menos! Estos días hemos leído el amable retrato del victimismo creado en torno a Pedro Sánchez y la injusta maldad de los que le silbaron el día de la “Fiesta Nacional”. Por lo visto, algún enfermero de guardia de la salud de Sánchez al tiempo que se fijaba en los pitidos, no se fijaba en lo esencial: la ausencia en un acto institucional y simbólico de los presidentes de las comunidades de vasca y catalana, ausencia de marcada evidencia de que la cosa no iba con ellos. Por cierto, que estos mismos asistentes no miden con la misma regla eso de la libertad de expresión: Es lícito cerca al Congreso, hacer un escrache y cercar su domicilio a un político de otro partido, insultar a Rajoy o es un acto fascista manifestarse contra la amnistía, porque ese derecho no corresponde a quienes no están de acuerdo con la impunidad de los delitos comunes. Es evidente que la hoja de ruta y el prontuario de lo que tiene que hacer a Sánchez se lo marca ERC y ahora Bildu, frente a la expectativa de que el fugado Puigdemont se fie y acomode. En ese concierto, Bildu ha ido adquiriendo in crescendo mayor protagonismo. El líder de EH Bildu, Arnaldo Otegi, presume de la foto que su formación arrancó al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con la portavoz abertzale en el Congreso, Mertxe Aizpurua, el pasado viernes. Insistamos en la frase: “Nos sitúa en otra fase política, aunque unos y otros no quieran”, ha sostenido Otegi. Era la primera vez que un presidente del Gobierno se reúne con parlamentarios de la formación proetarra. La portavoz de Bildu en el Congreso, Mertxe Aizpurua, hizo un temprano llamamiento a los consocios parlamentarios del PSOE a “estar a la altura y hacer política con mayúsculas para que el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, pueda continuar en el poder y desarrollar la agenda plurinacional y social”. Y Sánchez es agradecido. Lo que es una burla es el argumento que con la amnistía y la puesta a cero de las responsabilidades penales del “procès” se cierra el caso y abre un nuevo periodo de las relaciones de Cataluña con España. Mentira, lo que se pone es a disposición del independentismo la posibilidad de seguir más fácilmente hasta su objetivo final, impunes sus actos de la primera fase que, por cierto, no dudan en repetir, llegado el caso, o sea, la unilateralidad, como no se cansan de repetirnos. Si hace cuatro años, la amnistía era una utopía, sólo cabe esperar y seguir presionando a Sánchez para la fase siguiente. Al tiempo. Ya está en marcha el armazón previo: El presidente de la Generalitat tiene en sus manos el llamado “Informe del Consejo Académico del Acuerdo de Claridad”, nueve expertos nombrados por el Govern. Contempla el referéndum de autodeterminación que será la que defienda ante el Gobierno central y que propone como primera opción que sean solo los catalanes quienes voten en un referéndum como iniciación de un proceso de reforma constitucional que puede acabar en la independencia.

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