Opinión

El desprecio institucional de los que harán presidente a Sánchez

Pedro Sanchez pide carta blanca a los militantes del PSOE para negociar su investidura con los independentistas, pero sin entrar en detalles, porque, de momento, los contenidos del trato están negociándose, a partir del marco general de la amnistía, que es lo seguro. En medio de los juegos florales en torno a la amnistía que tanto se sacude que ya aburre, y de la fintas de Sánchez, o sea, “ademán o amago para engañar”, las realidades nos las brindan las afirmaciones categóricas de los personajes del “procès”, que afortunadamente no dejan lugar a dudas y deben ser los elementos fiables del trance que atravesamos. Veamos, pues: en la fecha del 27 de octubre, el hombre de quien depende que Sánchez vuelva a ser presidente recuerda y se reafirma en tan emblemática fecha. Puigdemont, evoca la victoria del proceso iniciado hace seis años desde que se proclamó la declaración unilateral de independencia en Cataluña (DUI). "Lo hemos reivindicado, lo hemos traducido a 25 lenguas y la mantenemos viva para cuando el independentismo, en su conjunto, sepa reunirse en una única estrategia, superando tentaciones partidistas. Es ocasión de seguir el camino iniciado en 2017”. Vuelve a advertir a Pedro Sánchez de que no renunciará a la unilateralidad para consumar la secesión cuando sea amnistiado. Y la Asamblea Nacional Catalana (ANC) han querido reivindicar que la declaración unilateral de independencia continúa "vigente" después de seis años, y que lo único que hace falta es “aplicarla y hacerla efectiva”. Es más, ya se prevé un retorno triunfal de Puigdemont, como el héroe que ha vencido al monstruo del Estado. El PNV sale ahora con que no va a acudir al acto de juramento de la Constitución ante las Cortes Generales de la princesa Leonor el próximo 31 de octubre que considera únicamente un “evento social”, desprovisto de otro significado, con el cual el PNV, que sí asistiera a actos semejantes en el pasado, porque “no se siente cómodo, ya que lo único que se pretende trasmitir con esta ceremonia es la continuidad de un modelo con el que no está de acuerdo y que niega el reconocimiento nacional vasco", porque viene a ser lo mismo que los actos del 12 de octubre y en el que nunca ha participado, ya que la jura no es acto parlamentario propiamente dicho. Y al mismo tiempo que todo esto ocurre, el presidente del Gobierno de progreso, Pedro Sánchez, en funciones ni ningún portavoz del PSOE ha hecho el menos comentario ante el repetido gesto de descortesía institucional de los partidos que lo apoyan o están en tratos a precio para su investidura, a lo que ahora se une la derecha vasca,que al contrario que ERC, Junts, EH Bildu y BNG sí acudiera a las consultas con el jefe del Estado para exponer su postura ante el nombramiento de candidato a la presidencia. Sumar deja libres a cada uno de sus quince partidos para que vayan o no a la Jura de la Constitución por la Princesa de Asturias. Que los partidos que van a decir al presidente del ejecutivo adopten esta postura de negación de la realidad constitucional y desprecien de este modo un acto ordinario previsto en la Constitución del proceso de sucesión dentro de una monarquía parlamentaria es notable expresión del deterioro algo más que simbólico en que se halla el Estado. No hace falta ser monárquico para estar a la altura de los acontecimientos en casos como el presente. Es más, soy de los españoles que cree que antes de elaborar la Constitución, debería haberse llevado a cabo un referéndum decisorio sobre la forma de la jefatura del Estado que, en su momento, Suárez no se atrevió a realizar. Pero en estos momentos, la Corona es un factor de estabilidad y que por encima del sentimiento republicano debe privar el de necesaria utilidad y equilibrio, al amparo de la Constitución, sin que eso suponga renunciar en su momento a otros sentimientos, exponerlos y defenderlos dentro del propio espacio que la carta magna establece. Pero eso mismo se puede hacer con elegancia y cortesía Y la expresidenta del Parlament Carme Forcadell (ERC) porque si vuelven a instalar a Sánchez habrá amnistía y Cataluña estará "en el camino de ejercer la autodeterminación". Ha repetido que el 1-O no se cometió ningún delito, como ya dijeron Puigdemont, Junqueras y Rufián y que las víctimas de un delito fueron ellos y las personas que fueron a votar. Los independentistas, como ha reclamado Aragonès exigen admitir que no se cometió delito alguno, por lo que lo que tiene que hacer el Estado es reconocer que se equivocó, que fue injusto, y eso sólo se corrige con la amnistía, y el reconocimiento que los que gastaron el dinero público el 1-O, o los que ocuparon el Prat, o asaltaron comercios, o cometieron todo tipo de violencia dentro del Tsunamic democrátic no delinquieron. Ejercieron sus derechos. La historia de la amnistía y demás, se enrique con la aparición en escena de nuevos elementos de enorme teatralidad. Carles Puigdemont persigue dar un golpe de efecto de dimensiones épicas en plenas negociaciones con Pedro Sánchez. Algunos medios sostienen que el ex honorable querría que cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española, actuara como relator para negociar con el Gobierno una solución pactada al procès. Al punto que han llegado las cosas, todo disparate es posible.

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