Opinión

EL PUERTO, MOTOR DE LA ECONOMÍA DE VIGO Y SU ENTORNO

El Foro Galicia Marítima (Fogama) ha inaugurado un nuevo curso, consolidando así una aventura iniciada de forma muy modesta hace seis años, fruto del voluntarismo de unos cuantos profesionales y empresarios convencidos de que el mar es un medio sin el cual es difícil entender no ya el pasado, sino el presente y, sobre todo, el futuro de  nuestra Comunidad en general, y de Vigo en particular. Y lo ha hecho con una conferencia titulada "Puerto de Vigo: actividades realizadas y proyectos futuros", en la que el presidente de la Autoridad Portuaria, Enrique López Veiga, profesional de amplia y reconocida trayectoria en los sectores marítimos europeo, español y gallego, ha repasado los  problemas que debe abordar y los retos que no puede soslayar. 
Mientras escuchaba esta conferencia, me planteaba, al hilo de lo que iba oyendo, algunos interrogantes sobre los cuales sigo sin tener a día de hoy una respuesta clara: ¿Qué representa el mar para Vigo? ¿Qué representa el Puerto de Vigo para Vigo? ¿Qué representan las empresas que desempeñan su actividad en el Puerto de Vigo para Vigo? ¿Hay conciencia de la incidencia que tienen el mar, el puerto y las empresas que desempeñan su actividad en este último en la economía de Vigo y de su entorno? ¿Hay, en fin, un reconocimiento y un apoyo explícitos por parte de la sociedad viguesa a un medio íntimamente ligado al nacimiento de la ciudad y a su desarrollo económico y social? 
A excepción de una pequeña parte de esta sociedad viguesa, y dentro de ella de una parte más pequeña todavía de una comunidad empresarial fragmentada y falta de coordinación, mi impresión es que no, mi impresión es que la sociedad viguesa en su conjunto no es plenamente consciente de lo que el mar, el puerto y las empresas que desempeñan su actividad en él representan para Vigo y su economía. Por ello, una apertura de curso como la propuesta por Fogama  en este año ha constituido a mi modo de ver una excelente oportunidad para abordar estas cuestiones y para dar al mar, al puerto y a sus empresas el reconocimiento y el apoyo que merecen. 
Es cierto que el puerto está atravesando un momento delicado por la repercusión en su actividad diaria de una serie de problemas, como la estiba, cuya escasa flexibilidad horaria, exceso de manos y restricciones a la utilización de trabajadores ajenos acentúa la rigidez de un sistema que no hace sino incrementar los costes y limitar la competitividad. Como las penalizaciones burocráticas derivadas del arbitrario funcionamiento del Punto de Inspección Fronteriza (PIF), que ha supuesto -y sigue suponiendo- el desvío de numerosas partidas a otros puertos, con la consiguiente pérdida de tráficos. O como la fiscalización realizada por el Tribunal de Cuentas Comunitario respecto a determinadas ayudas. 
No puede obviarse, es cierto, la existencia de estos problemas, pero tampoco puede obviarse, y esto es sin duda lo más importante, la forma cómo el Puerto y el presidente de la Autoridad Portuaria están implicándose en su solución, bien sea mediante la adopción de la estrategia comunitaria 2020 o la apuesta por la política comunitaria conocida como Blue Growth, entre otras medidas y planes. Aunque sólo sea por esto, que es bastante, por no decir mucho, el Puerto y el presidente de la Autoridad Portuaria merecen el correspondiente reconocimiento y  apoyo por tratar de dotar a Vigo de un puerto eficiente que siga constituyendo el motor económico de su sociedad y su entorno. 

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