Opinión

Sánchez y Feijóo, de espaldas

El desdén con el que el presidente del Gobierno en funciones ha respondido al postulante a la Moncloa como ganador de elecciones generales revela dos cosas. Una, la peligrosa y anómala incomunicación entre el que gobierna y el que puede gobernar, ambos en representación de un formidable colchón sociológico y parlamentario que confiere al Estado un sólido marchamo de democracia consolidada.

La otra es el aire de suficiencia que desprende la carta de Sánchez en su respuesta a una misiva previa de Feijóo donde se reclamaba la concertación de ambos contra fantasma del bloqueo que amenaza a la política nacional por una potencial situación de empate entre el bloque de la derecha con Vox y el de la izquierda con independentistas.

Respecto a la primera, solo hay sitio para la melancolía. Las circunstancias anulan cualquier posibilidad de acuerdo entre las dos fuerzas centrales para desactivar los radicalismos de uno y otro lado. PP y PSOE, PSOE y PP, prefieren encontrarse en la bronca y no en el pacto respecto a los asuntos de Estado o los problemas que realmente importan a la España cotidiana, como el mal funcionamiento de los servicios públicos, las colas del hambre o las dificultades de las familias para llegar a fin de mes.
Respecto a la segunda, el cruce de cartas entre Sánchez y Feijóo nos remite al problema de la gobernabilidad y la posible repetición electoral, que sería la tercera en los últimos siete años. Entiende el firmante de este comentario que el tono frio y formalista, ritual, condescendiente, sobrado, del texto del presidente del Gobierno en funciones, parece instalado en la seguridad de que la aritmética parlamentaria juega a su favor y, por tanto, ni se le pasa por la cabeza ninguna de las dos alternativas, la de Feijóo ganador en una votación de investidura y la de la repetición de elecciones.

Frente al fallido ofrecimiento epistolar de Feijóo para reunirse con Sánchez y afrontar conjuntamente un bloqueo de la gobernabilidad, tienen más recorrido las últimas declaraciones de Carles Puigdemont, líder fáctico de Junts per Catalunya, aunque solo sea por su carga desestabilizadora.

Después de advertir que en ningún caso Pedro Sánchez será presidente con los votos de Junts en el Congreso, por "mentiroso" e "incumplidor", el prófugo de Waterloo ha declarado: "No estamos para parchear la legislatura", mientras se reafirma en el precio a su eventual aportación a la estabilidad. Mantiene sus exigencias de amnistía y autodeterminación con pago "por adelantado".

Como a este personaje le cuadra más la condición enredadora y desafiante frente a un Estado en el que no cree, prefiero pensar que es un farol y que su vuelta al redil del bloque nacionalista del Congreso encontrará oportuna justificación en la hospitalidad de los marcos constitucionales para aguar esas reivindicaciones y hacerlas legalmente asumibles.

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