Opinión

Colom catalá (y 2)

Volviendo a la tesis de Borromeo, defendida actualmente por Gabriel Vert Martorell, Cristóbal Colom pertenecía al pueblo llano. Su padre, Juan Colom de Felanitx, fue uno de los que, en 1450, se alzaron en Mallorca contra los excesos de los propietarios. Sus hijos eran Juan y Bartolomé, identificando al primero con el futuro almirante.

Otra variante de la misma tesis se refiere al príncipe de Viana. La sombra de don Carlos planea sobre la vida del Descubridor, “pues éste –dicen los mallorquines- era su hijo natural, nacido de Margarita Colom”. El príncipe de Viana, primogénito de Juan de Trastámara y Blanca de Navarra, era el pretenso heredero de este reino. A la muerte de su tío, Alfonso V de Aragón, en 1458, la nobleza de Nápoles le ofreció la corona a don Carlos, pero este la rechazó. Posteriormente, su padre, con el título de Juan II de Aragón, sucedió al rey fallecido.

Instalado el príncipe de Viana en Sicilia, el nuevo monarca le envió, en 1459, a Juan de Moncayo para persuadirle de que se trasladase a Mallorca, “donde sus asuntos se resolverían”, ofreciéndole como aposento el castillo de Bellver. En principio, don Carlos aceptó la oferta, e inició el retorno desde Mesina, el 23 de Julio, en las galeras de Vilamarí. No obstante, extrañas circunstancias le hicieron modificar sus planes, y en vez de ir a Palma desembarcó en Salou (Cataluña). Desde allí envió una embajada a Valencia, donde suponía que se hallaba todavía el monarca, para pedirle el reino de Navarra. Pero fue un viaje en balde, por cuanto el rey ya estaba de vuelta en Castilla, y don Carlos tuvo que retirarse definitivamente a Palma de Mallorca.

Como represalia por haberle desobedecido, su padre le prohibió alojarse en el castillo de Bellver y toda la nobleza de la Isla se apartó de él; teniendo que irse a vivir al castillo de Santfueri, donde permaneció durante un año. Pero el 20 de Agosto de 1460 regresó a Barcelona, ciudad en la que falleció, el 23 de Septiembre de 1461.

A pesar de la leyenda que pronto se extendió, sobre un presunto envenenamiento urdido por su madrastra -doña Juana Enríquez- durante el embalsamamiento del cadáver, se apreció que los pulmones del príncipe ofrecían el aspecto de una clara tuberculosis cavernosa, producto de una vida disipada, y de excesos amorosos. Su tumba se halla en el Monasterio de Poblet (Tarragona) y fue profanada por el populacho el 1836.

La tesis de la supuesta relación de don Carlos con Margarita Colom, no sólo carece de pruebas documentales en que poder sustentarse, sino que además es un hecho incompatible con la edad del propio Almirante. Pues, según esta teoría, Cristóbal Colón habría muerto a la temprana edad de 46 años; contradiciendo las palabras del rey Fernando, cuando en 1505 dice en una Real Cédula que le otorga “licencia para poder andar en mula ensillada a causa de vuestra ancianidad” (Real Cédula de 23 de Febrero de 1505 (Registrada al Archivo de Simancas).

A través del tiempo, la actitud de señalados catalanistas respecto a la patria de Colón fue más bien indiferente. Así se deduce del silencio que observaron los señores Beltrán y Rózpide, Presidente Perpetuo de la Real Sociedad Geográfica y miembro de la Real Academia de la Historia, o los escritores Josep Coroleu y J. Brunet: “Los catalanes –decía este último- nada tenemos que ver con el descubrimiento de América; estamos al nivel de las demás naciones. En la primera expedición Cataluña no entró para nada, y en la segunda no contribuyó con ningún recurso material. La gloria es toda de Castilla, a cada cual lo suyo” (J. Brunet y Bellet. Barcelona, 1892.) En lo que se reafirma Coroleu: “La épica empresa de Colón fue exclusivamente Castellana...En el archivo de la Catedral no hay tampoco ningún documento relativo al bautizo de los indios traídos por Cristóbal Colón a Barcelona” (Josep Coroleu, “Los dietarios de la Generalitat de Catalunya.” Barcelona, 1889).

Entre las opiniones contrarias al origen catalán del Almirante, destaca la del conde de Churruca: “Ustedes, dejándose dominar por el anacrónico actual “separatismo”, y absurdo “nacionalismo catalán”, nos quieren -ya demasiado tarde- demostrar que Colón era catalán; cuando nadie sabe de donde era, y sigue siendo enigma. Creo que de haber sido catalán, los primeros en saberlo seríamos sus legítimos descendientes; no hay otros, y yo soy uno de ellos: Ricardo de Churruca y Colón de Carvajal” (Fragmento de una carta dirigida al Presidente del “Omnium Cultural” de Barcelona, el 8 de Julio de 1989).

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