Opinión

La universidad afianzada

Hace 25 años y algunos meses nacía sin nada la Universidad de Vigo. En realidad menos que nada, como ha recordado en varias ocasiones Luis Espada, el primer rector. Los primeros días fueron auténticamente terribles: llegó la primera junta, se reunió y se dijeron, "vale, ya tenemos universidad, ¿y ahora?". Pues lo primero fue pagar los edificios del antiguos Cuvi a Caixavigo, que era su propietaria. Eso para empezar. Y luego, las urgencias, que eran todas, y por triplicado, porque a Vigo le tocó de premio extra Pontevedra y Ourense.
Hace de eso 25 años largos y desde entonces han pasado cinco rectores y la cifra de alumnos, como las carreras a impartir, ha ido estabilizándose. Ahora hay 22.000 universitarios, un buen número, suficiente para una enseñanza de calidad. ADE, la antigua Empresariales-Económica, es la titulación más demandada, aunque las ingenierías serían mayoría sumándolas, lo que da idea del carácter claramente politécnico de la Universidad de Vigo. Ha valido para que cada año haya miles de extranjeros empeñados en estudiar en  el campus y que -para sorpresa generalizada- aparezca la universidad viguesa como una de las mejor calificadas por los Erasmus, tanto por su nivel como por la ciudad...
La creación de la Universidad, una decisión que Fernando González Laxe tomó siendo presidente de la Xunta contra el criterio de todos sus colaboradores y que Fraga nunca habría hecho, es un hito en la historia local. Como antes fue la llegada de Citroën. En la misma clasificación incluiría la aprobación de la Delegación Territorial de la Xunta, independiente de Pontevedra, el primer paso en la reconquista administrativa de Vigo y la capital perdida hace casi 200 años.

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