Opinión

la primera ciudad gallega

La población no lo es todo, pero casi. Si Vigo no fuera el resultado de la unión de cuatro ayuntamientos sino solo uno de ellos, sus vecinos no tendrían ni universidad, ni servicios judiciales ni administrativos. Ni tampoco probablemente autopista ni pensar en un tren de alta velocidad. Menos aún un aeropuerto. Vigo es la primera ciudad de Galicia y ese estatus ya forma parte de su ADN, de ahí que la pérdida de población suponga además de la constatación de una situación social y económica, un golpe a su propia seña de identidad.

La singularidad viguesa es todavía mayor por cuanto supera casi en una proporción de cuatro a uno a la capital de la provincia, y al mismo tiempo encabeza un área metropolitana de casi medio millón de habitantes, aunque por una decisión equivocada y nefasta dicho organismo no está operativo.

Son datos objetivos y contundentes, que permiten que Vigo tenga un tratamiento singular ya reconocido por la Xunta (con la creación de la delegación territorial independiente), por la Iglesia (con el traslado del obispado desde Tui), por la Justicia (con la Audiencia) e incluso por el Gobierno, al abrir delegaciones de Tráfico y del Registro Mercantil, además de excepciones como la existencia de una Agencia Tributaria para la 'provincia' de Vigo, distinta de la de Pontevedra. O que las direcciones provinciales de Trabajo, Seguridad Social y la Tesorería, quizá las más importantes del Estado, se encuentran en Vigo, mientras en Pontevedra sólo hay oficinas secundarias. Para Pontevedra resulta una frustración. Después de todo, en el Lérez sólo quieren ser una capital más, como el resto. Vigo también.

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