Opinión

Historias de la reconquista

Bernardo González del Valle, llamado Cachamuíña por la aldea ourensana de donde era natural, tuvo tiempo para arrepentirse de haber participado en la Reconquista, donde sufrió graves heridas que le acompañarían el resto de su vida. Ni siquiera su cargo de gobernador de la plaza le pudo consolar: apenas dos años después, consciente de que no podía más, fue dado de baja del Ejército. Con una pequeña paga se retiró a su aldea, donde viviría todavía más de 30 años, sufriendo dolores que trató de paliar yendo de médico en médico, sin suerte. Hay varios escritos que cuentan lo mal que lo pasó Cachamuíña a causa de los balazos que recibió en la puerta de la Gamboa. Donde estuvo, sin duda, con el hacha en la mano tratando de echar abajo la entrada a la villa. Lo logró a costa de recibir plomo francés que le envenenaría. Aunque no deja de ser un héroe popular, bien conocido en Vigo, no ha tenido mucha suerte en sus homenajes, donde casi siempre aparece Carolo, un marinero que habría sido la primera baja en la Reconquista, y del que no hay ninguna constancia. Y como capitán de la tropa, al oficial al mando Pablo Morillo, que es quien preside la estatua de la plaza de la Independencia, donde mañana se celebrará el homenaje, único acto que -este sí- coincide con la conmemoración: el 28 de marzo. Como es sabido, la toma de Vigo sirvió para que el rey Fernando, en el que  quizá será el único acto decente en su vida, sancionara el ascenso de categoría de Vigo de villa a ciudad. Y acompañando al nuevo rango, la divisa, Leal y Valerosa. Que no Fiel, que eso fue un añadido que hizo fortuna y se consolidó.

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