El periodista y profesor jubilado Fernando Ramos presentará su libro “Libertad de Expresión y daños a la Corona”, el jueves, 24 de enero, a las 19.30 horas.
En la obra de 368 páginas, Ramos examina el modo en que hurtó a los españoles poder pronunciarse previamente, como estaba previsto, sobre la jefatura del Estado antes de redactarse y convocar el referéndum sobre la Constitución. Sobre las conclusiones obtenidas habló para los lectores de Atlántico.
¿Hubiera sido posible la consulta?
¿Por qué no? En Italia se hizo al final de la Segunda Guerra Mundial sobre el mismo asunto, o en Grecia más recientemente. Ese referéndum no sólo lo solicitaba el Movimiento Europeo, la Junta y la Plataforma Democrática y el propio Calvo Serer, consejero de don Juan lo reivindicaba. Pero es más, el propio don Juan, en junio de 1975 al reclamar para sí la Corona afirma: “El 19 de julio de 1969, ante el doloroso anuncio de que la Ley de Sucesión a la que yo me había opuesto en 1947, iba a ser aplicada, hice pública una nota de la que considero conveniente recordar las siguientes frases: Para llevar a cabo esta operación no se ha contado conmigo ni con la voluntad libremente expresada del pueblo español”. Es decir, que el propio padre del sucesor del Caudillo a título de Rey reconoce que el pueblo español debía pronunciarse sobre este asunto.
¿Descubre el libro muchos hechos desconocidos?
Recopila y ordena hechos ocultos o transfigurados. Rescatamos unas declaraciones de Juan Carlos a Françoise Laot para la revista francesa Point de Vue en noviembre 1968 en las que afirma: “Jamás, jamás aceptaré reinar mientras viva mi padre: él es el Rey”. Otra cosa curiosa es que para justificar que Juan Carlos sea el sucesor de Franco, y no de su padre (ya que nunca fue príncipe de Asturias, sino de España), Pemán, a medio camino entre Franco y don Juan, dice que el caudillo adoptó a su sucesor como hijo propio como hacían los emperadores romanos. El preceptor del ahora rey honorífico, Torcuato Fernández Miranda, autor de la Ley para la Reforma Política, ante las dudas de Juan Carlos para jurar los Principios del Movimiento Nacional, para ser Rey, que eran permanentes e inalterables por su propia naturaleza, le dice a su pupilo, “júrelos, que ya lo cambiaremos”. Es decir, lo mismo que Groucho Marx.
¿Qué otros contenidos destacan en el libro?
El libro, aparte de la recuperación de la historia que fue adulterada para facilitar la sucesión de Franco, recoge todos los conflictos habidos entre la libertad de expresión y la imagen de la Corona y el modo en que se quiebra el pacto de silencio que mantuvo a Juan Carlos al resguardo de toda crítica pública en España, en tanto la extranjera daba cuenta de sus andanzas, hasta que Felipe González descubre que en lugar de hallarse en Madrid, donde estaba pendiente la firma del nombramiento del ministro de Exteriores que sucedería a Fernández Ordóñez, se encontraba en Suiza con una de sus amantes, la famosa decoradora mallorquina Marta Gayá. La Casa Real miente sin recato afirmando que se encontraba en un tratamiento médico, cosa que se descubre incierta. En el libro se relatan los riesgos de las amistades peligrosas de Juan Carlos y Felipe VI; los episodios nada ejemplares del Rey honorífico, la herencia de don Juan en Suiza, la evasión de capitales de otros miembros de la familia del Rey y la propia jurisprudencia sobre los conflictos con la familia real, especialmente las sentencias del Tribunales de Derechos Humanos que desmontan la super protección del Rey.
