Inés González recibió la medalla de plata del Puerto de Vigo por sus casi 60 años trabajando en el Berbés

Toda una vida en la lonja viguesa

Inés, con 16 años, junto a su tía cuando empezó en el puerto
El Puerto de Vigo no duerme. Mientras el resto de la ciudad descansa y sus calles se encuentran desiertas, la actividad en la lonja se encuentra a pleno rendimiento. Una noche cualquiera, acompañe o no el tiempo, cientos de personas desempeñan en el puerto una de las actividades económicas más importantes de Galicia.
En 2010 se descargaron 88.343 toneladas de pescado fresco y 697.543 toneladas de pesca congelada. El puerto generó el pasado ejercicio una cifra de negocio de casi 27 millones de euros, según los datos aportados por la Autoridad Portuaria de Vigo.

La lonja de O Berbés ocupa el primer puesto europeo en pescado fresco para consumo humano, lo que le ha llevado a ser un referente en todo el mundo. Y aunque impresionan los elevados números de un enclave portuario que se ha convertido con el tiempo en uno de los más importantes de Europa, llama aún más la atención la dura labor de cientos de personas que durante la noche desarrollan uno de los mercados más fuertes de Galicia.

Inés González recibió el pasado año la medalla de plata del Puerto de Vigo como reconocimiento a toda una vida dedicada a este sector. A los 16 años comenzó su experiencia en la lonja (su tía, que ya trabajaba allí, fue quien la introdujo en esta actividad) y en el mundo de la pesca desempeñó su trabajó durante casi 60 años, creando incluso su propia empresa.
Las mujeres han sido desde hace décadas unas de las protagonistas del sector pesquero gallego. “En la ribera siempre ha habido tantas mujeres como hombres, o más”, señala Inés González. Aunque con el tiempo y el enorme desarrollo en el transporte y en otras industrias, el trabajo se ha hecho más llevadero. “Antes las mujeres tenían que llevar el pescado en cestas en la cabeza hasta el Calvario y lo repartían así por los mercados. Era muy duro”. “También se cambió el modelo de cajas y eso fue muy importante. Antes las cajas eran de 40 kilos y eran de madera. Sólo la caja podía pesar 5 o 6 kilos y luego lo que llevaba dentro que eran 40 kilos de mercancía y había que moverlas a mano. Ahora son más pequeñas y plásticas y eso facilitó mucho la labor. Además, se hacían estibas de cinco cajas y encastillarlas de forma manual costaba mucho trabajo”, señala.

Sin embargo, a día de hoy, ver a mujeres en el puerto empujando grandes carros con cajas de pescado sigue siendo algo habitual. La fuerza física es aún necesaria y la dureza de la labor pesquera se aprecia en cuanto se pone un pie en la lonja de madrugada.
Es precisamente la hora de la actividad lo que añade una mayor dificultad a este trabajo. Inés González ha vivido más de medio siglo levantándose a las 4.30 de la mañana para subastar la mercancía seleccionada que llegaba en los pesqueros. “Los barcos arriban a puerto sobre las diez de la noche y a las once ya empiezan a descargar. Yo a las cinco de la mañana ya tenía mucho pescado repartido. Algunos se lo llevaban sin el precio cerrado y luego se fijaba en función de la subasta”, explica.
Cuando llegaban los barcos, Inés seleccionaba la mercancía según lo que había y lo que le pedían sus clientes. “En un principio esperaba a la subasta para vender, pero con el tiempo, muchos compradores ya sabían lo que querían y se cobraba después de la subasta en función del precio fijado. Parte de mi clientela, los que iban hacia Orense o Marín, querían marcharse antes. Algunos esperaban a la subasta para saber el precio y otros me llamaban después por teléfono”, cuenta la extrabajadora.
El coste del producto en la lonja se fija en una subasta a la baja y depende de numerosos factores. De la mercancía que hay, por supuesto, pero también de otros aspectos de la economía familiar, como el final de mes. Según los trabajadores de la lonja, los últimos días de cada mes el pescado baja un poco porque las plazas no venden igual. En verano, por ejemplo, en Madrid, que se queda casi vacío, y es el destino de la mayor parte del rapante, el precio de este producto también tiende a bajar.
Otra de las cosas que ha ido cambiando con el tiempo es la cantidad de pescado que llega por medios de transporte que no son los propios barcos pesqueros. Antes, según explica un trabajador, muchos puertos de Galicia no contaban con la infraestructura necesaria para descargar el pescado y la mayoría venían a Vigo. Ahora gran parte de la mercancía llega en camión.

La crisis en el puerto

La actividad pesquera en Vigo también se ha visto afectada por la crisis económica. La cantidad de pescado que hay en la lonja y la actividad depende no sólo del mar, sino también de los barcos que salen a faenar. “En los últimos años se han desguazado muchos pesqueros”, destaca Inés González. El sector de los astillero está pasando por un momento de dificultades que afecta al sector pesquero directamente. Según algunos trabajadores del puerto, en los últimos cuatro años la actividad ha descendido.
Pero si en algo coinciden las veteranas del Berbés es en la confianza en el trabajo. “Lo más bonito que había en la ribera es la confianza con la gente. No había que firmar papeles ni pagar al contado, todo era de palabra y se generaba una confianza y un trabajo muy bonito con las personas”, destaca González. “Los compradores cumplían sus compromisos y no hacían falta certificados. También había malos pagadores pero eran los menos y ya se sabía. Todo el mundo se conoce allí. Normalmente los clientes iban a buscar al cobrador, no hacía falta que fuese el cobrador para que le pagasen”.

En sus casi 60 años de trabajo también ha sufrido impagos, pero por suerte sucedía en pocas ocasiones, según esta mujer emprendedora. “Había de todo, pero siempre se confió en la gente”.

Inés, que hace siete años dejó de trabajar en la lonja, habla con cariño de la actividad que ha ocupado gran parte de su vida, a pesar de lo duro que era.


650 visitas anuales al puerto pesquero

Las lonjas de Vigo configuran la mayor zona de exposición y primera venta de las lonjas portuarias nacionales con una superficie de 35.000 metros cuadrados² de exposición.

En el año 2010 se han subastado en lonja 88.337 toneladas de pescado fresco (139 especies de pescados, moluscos y crustáceos), lo que supone el 38 % de la pesca fresca subastada en España. En pesca congelada fueron casi 700.000 toneladas.
Además, la capacidad frigorífica existente en la zona de servicio de la Autoridad Portuaria de Vigo, asciende a 650.000 m³, lo que sitúa a Vigo en los primeros del mundo tanto en fresco como en congelado.
El sector pesquero genera en Vigo 6.500 empleos directos y 45.000 indirectos.
Por otra parte, en el puerto pesquero se reciben alrededor de 650 visitas anuales. “Gran cantidad de gobiernos de todo el mundo, centros de investigación, universidades prestigiosas, industrias, operadores mundiales, centros de formación, medios de comunicación y particulares, se han mostrado interesados en conocer las instalaciones, los procedimientos y la tecnología que se utiliza aquí”, señalan desde la Autoridad Portuaria.

El puerto generó el pasado ejercicio una cifra de negocio de casi 27 millones de euros.

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