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Estar donde hay que estar

El bético Barragán trata de sacarse de encima el balón ante la presión del céltico Jonny en el encuentro de ayer en Balaídos.
photo_camera El bético Barragán trata de sacarse de encima el balón ante la presión del céltico Jonny en el encuentro de ayer en Balaídos.

El Celta ya está donde hay que estar. Séptimo a un paso del sexto.

Está después de tres victorias seguidas, la última lograda tras superar al Betis por estar donde tenía que estar en la presión y por estar donde tenía que estar en ese posicionamiento que tanto pregona Unzué. Jugó mejor que el rival, del que recibió regalos y al que regaló.

La primera frontera
A Celta y a Betis hay que controlarlos en las distancias cortas, pero mirando siempre a lo lejos. Los dos fijan una primera frontera en la presión que hay que asumir sin agobios, pagando el necesario peaje de mover el balón de lado a lado con máxima seguridad y buscando los espacios a la espalda. Porque detrás de la muralla, está el campo abierto. Pero hay fronteras y fronteras. La celeste de anoche fue móvil, ágil, coordinada. Y ,además, al primer intento tuvo premio. Javi García dudó, Radoja presionó y Aspas definió. Con el marcador a favor, el baile de un marcaje casi al hombre se veía hasta bonito.

Los vigías de la espalda
Pocas parejas de centrales hay en la Liga que se amolden tan bien a acompañar una línea alta de presión como la formada por Roncaglia y Sergi Gómez. Por su estado de forma pero, sobre todo, por una cualidad maravillosa cuando los espacios se multiplican: la velocidad. Si los ajustes en la presión no eran perfectos, los dos barrían los balones. Unzué, una vez más, realizó su selección de los nombres en base a la mejor manera de contrarrestar el juego del rival.

Impaciencia con Pione
Genera Pione Sisto un murmullo cada vez mayor en la grada de Balaídos. Una parte del celtismo no parece muy dispuesta a tener paciencia con un futbolista inamovible en el once por razones fundamentadas. Una es, lógicamente, sus números arriba (asistencias y goles). Pero también lo es su sacrificio táctico. Como no es defensor, pierde la marca en ocasiones, pero siempre está en la línea sin excesos ofensivos. Y, con el balón, lo que más suele desesperar, ejerce una función clave de aguantarlo y oxigenar para que el equipo avan- ce líneas. Con el tiempo, cada vez decidirá mejor.

Radoja y Lobotka
La imagen de Cabral y Tucu caminando hacia el banquillo en el arranque del partido hacía doler la vista. Pero la competencia es máxima. Porque si de los centrales ya queda dicho lo dicho, en el centro del campo el dinamismo que genera a su alrededor el dúo Radoja-Lobotka es para estudiar. Con y, sobre todo, sin balón.n

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