división de honor plata

La derrota más clara del curso

Cerillo, que ayer jugó mermado por la gripe, trata de hacerse sitio en la defensa 6.0 irundarra.
photo_camera Cerillo, que ayer jugó mermado por la gripe, trata de hacerse sitio en la defensa 6.0 irundarra.

El Octavio cayó ayer con enorme claridad ante un serio Bidasoa que aprovechó los muchos regalos de los locales

El Bidasoa empezó el partido repartiendo, entre espectadores y jugadores del Octavio, bollos. Amables ellos. Desprendidos, incluso. Tanto como superiores después. Porque el de ayer fue el peor partido de la temporada de los vigueses en casa, claramente superados por el rival desde los primeros minutos hasta los últimos, afeados éstos por el técnico visitante, Fernando Bolea, al pedir uno de esos tiempos muertos que ofenden por innecesarios. Él no fue amable. Tampoco repartió bollos.
Se dirá, con razón, que el gran mérito del Octavio esta temporada, con una plantilla ajustada en número y edad, es que partidos como el de ayer no se hubiesen dado en todo el curso. Incluso ante rivales de tanta calidad como un Bidasoa en crecimiento que apunta a la Liga Asobal, aunque como empezó a carburar tarde, a través de la liguilla de ascenso. Ésa que desapareció de los sueños de los rojillos tras haberse quedado seis puntos por detrás.
El arranque de partido volvió a ser nefasto para los intereses del conjunto vigués, que parece que últimanente necesita sentirse en desventaja para crecerse. El 5.1 defensivo, con Rubén Figueirido de avanzado, no funcionaba porque los brazos de Muiña e Iriarte y la circulación de Azkue abría huecos para las circulaciones a los seis metros. No había ni contundencia ni ideas claras para saber cuándo salir a presionar y cuándo no. Y en ataque, pronto comenzaron a coleccionarse los males: lanzamientos errados, pérdidas, faltas en ataque –alguna de ellas más que discutible, bien es cierto–, pasos –también para mirarlos con detalle–, circulación lenta... El 6.0 irundarra, con Trkulja e Iriarte en el centro y apoyado en sus centímetros y sus kilos, apenas se despeinaba e incluso agradecía los errores locales y los aprovechaba a la contra.
Con el 0-4 (m.5), primer tiempo muerto del técnico local, Javier Fernández 'Jabato', porque el partido se iba. Y bien es cierto que sus pupilos asumieron las indicaciones, porque respondieron con un parcial de 3-0 (3-4). Lástima que volvieron a aparecer faltas en ataque y pasos para favorecer que el Bidasoa no sólo recuperase su renta de cuatro goles, sino que la llevase hasta los cinco (3-8, m.12).
Óscar Silva –otrora arma principal, desde hace unas jornadas arma secundaria– a la pista y primera exclusión visitante para ver si se cortaba la sangría. Silva anotó para dejar el parcial en 0-4, pero la superioridad acabó con un marcador en contra de 1-2 y los irundarras de nuevo anotaron cuatro goles de forma consecutiva para llevar el partido a un más que clarificador 4-12 (m.16).
A Jabato no le quedó otra que gastar su segundo tiempo muerto y puso sobre la pista al pivote juvenil Dani Bernárdez. Otra vez, la reacción en la pista fue buena, con un parcial de 1-3. Pero otra vez, fue un mero espejismo. Empezaron a proliferar en los locales, ciegos ante el 6.0 rival y sin poder acercarse a los seis metros, lanzamientos que ni tan siquiera cogían portería. Y el marcador se fue a un contundente 8-17.
A mover de nuevo el banquillo. Tate, Víctor León y el portero José Ballesteros –Lloria ya no volvió a salir– a la pista. Y primer intento de defensa mixta sobre el gallego y ex académico Muiña, indescifrable para la defensa local, y el central Azkue, que anotó el último tanto de la primera media hora para dejar el resultado en un 9-18 ya definitivo, aunque quedase toda una segunda parte.
Bien es cierto que el Octavio no  bajó los brazos, pero no lo es menos que nunca tuvo opciones reales de meterse en el partido. Porque, entra otras cosas, nada más salir siguió con su colección de errores en ataque y la mixta sobre Muiña no servía para evitar un parcial inicial de 1-3 para un 10-21 que apagaba cualquier fuego heroico que pudiese prender.
Lo más cerca que estuvo el equipo vigués de inquietar, siquiera ligeramente, a su rival fue un parcial de 3-0 iniciado tras la exclusión del visitante Iriarte en el minuto 39 (16-23). Pero un error en un siete metros de Cerillo –que jugó prácticamente todo el partido con fiebre– y las paradas de Dejanovic frenaron el intento.
Al Bidasoa le bastaba con intercambiar goles para dejar pasar los minutos. De ahí que no se entiendan los dos tiempos muertos pedidos por Bolea a falta de seis minutos y, sobre todo, de dos y medio. Con todo ya decidido y con el Octavio poniendo un siete más que joven: Veiga, Conde, León, Tate, Silva, Hermida y Figueirido. Iago Muiña pidió perdón por el detalle. Él fue amable. La derrota no.

Academia Octavio: 
Jorge García Lloria, Borja Méndez (2), Juan Carlos Quintas (2), Germán Hermida (5), Toni Corcera (1), Rubén Figueirido (5), Diogo Oliveira –siete inicial–, Álex Conde, José Ángel Fernández 'Cerillo' (5, 1p.), Duarte Batán 'Tate' (1), Víctor León, Óscar Silva (4), Dani Bernárdez (2), José Ballesteros, Jesús Veiga.
Bidasoa:
Dejanovic, Jon Vázquez-Andueza (7), Ander Iriarte (3), Edgar Penon (3), Alexis Gimeno (3), Iago Muiña (7), Jon Azkue (2) –siete inicial–, Iñaki Cavero (2), Goran Trkulja (2), Amer Zildic (3), Ander Aldanondo, Mikel Alzaga.
Parciales:
0-3, 3-5, 4-9, 7-13, 8-17, 9-18 (descanso); 10-20, 13-23, 16-25, 20-30, 23-32, 27-32.
Árbitros:
Jesús Álvarez y José Carlos Friera (Asturias). Excluyeron a los locales Quintas y Diogo y a los visitantes Trkulja, Iriarte, Zildic y Muiña.
Incidencias:
Pabellón de Navia, con unos 300 espectadores.

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