Opinión

Gracias Tom

Mar y sus amigas no podían contener la emoción y los nervios mientras esperaban en la cola del cine en el estreno de Top Gun: Maverick. La sonrisa perpetua y perfecta de Tom Cruise les esperaba más segura y atractiva que nunca, a pesar del pasar de los años. Las chicas y Mar, con sus mejores galas, no faltaron a la cita con la nostalgia y con la misma ilusión con la que se hubieran dejado mecer hace treinta años en el viejo F-14 del guapísimo piloto protagonista. Como si de una primera cita o de un reencuentro amoroso se tratase, las mariposas en el estómago revoloteaban imparables a sus anchas, y la respiración agitada era propia de una ceremonia de juventud en el preciso momento en que suena la música para el baile y se anhela el momento en que los cuerpos se pegan, dejándose llevar por el aroma de un cuello que los labios apenas se atreven a rozar.

A Mar y sus amigas, igual que a quienes han hecho ya taquillera la segunda entrega de Top Gun, los últimos treinta y seis años se les han pasado en un suspiro, como montadas en el asiento trasero de la moto de Tom Cruise, agarradas fuerte a su cintura y a toda velocidad. Por eso, conscientes todos de que la madurez nunca viene sola, el camino hacia ella queremos hacerlo disfrutando cada instante vertiginosamente, sintiendo la música a tope y alucinando con las piruetas de los F-18 Super Hornet. Gracias Tom, por prender la chispa y mantener viva la llama de la juventud madura, por permitir que nos veamos reflejados en tus ojos verdes y por haber dejado -al menos por un tiempo- el bótox y el ácido hialurónico para dar en pantalla un rostro real y una imagen rotunda de un héroe que aún puede dar muchas batallas y sudar atractivo a raudales por los poros, aunque le crujan un poco las rodillas.

Cuenta con Mar, sus amigas y conmigo también para la tercera entrega, porque aunque pueda parecer Misión Imposible, seguiremos tan chavalas y chavales como siempre, con un Cocktail de ilusión y energía y esforzándonos por mantener el tipo. Parafraseando tu papel en Top Gun, que tu ego siga escribiendo cheques que tu cuerpo no pueda cobrar. Gracias Tom por demostrarnos que los sesenta son los nuevos cuarenta -¡que hostias!- y que, aunque el tiempo vuela, se puede volar para siempre.

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