Opinión

De Kappa caída

De dos en dos y de tres en tres, una tras otra, la gente está exprimiendo la Navidad apuntándose a comidas y cenas de empresa y amigos antes de que alguien decida imponer nuevas y severas medidas anti Covid-19. Las luces led encendidas desde finales de noviembre, las norias rodando, los villancicos sonando en las calles y el efecto contagio corriendo como la pólvora, apurándose la gente a engalanar las ventanas con lucecitas y guirnaldas de colores.

A quedarse encerrados en casa por decisión gubernamental hay tiempo, ya tendremos oportunidad de ver todas las películas de Navidad de las que dispongan las plataformas televisivas de pago si las cosas se ponen feas. Disfrutemos del qué bello es vivir, de momento a gozar del ambiente festivo en la calle sin que se empañen las gafas con la asfixiante mascarilla, de agotar la lotería, de tomar un café o cerveza con los colegas arrimándonos a las barras, sin tener que sacar el certificado de vacunación y retomando el gusto y las sensaciones de una vida medio normal.

Como kamikazes nos lanzamos en picado sobre cada oportunidad de disfrutar, con el resquemor de que en cualquier momento suenen las trompetas del apocalipsis y tengamos que volver al mundo gris y asqueante de la pandemia. Nos arrimamos sin miedo a los demás en las aglomeraciones del Black Friday, porque los descuentos y la vida en general bien vale el riesgo, compartimos ascensor a mascarilla bajada y hasta nos sorprendemos dándonos la mano con la inercia de antaño, para de pronto –muy locos- pensar: bah, no pasa nada.

Pero la realidad es tozuda y el empeño de las autoridades por protegernos a toda costa y pincharnos y volver a pincharnos, nos distanciará pronto devolviéndonos al mundo de la incomunicación y la melancolía, condenándonos al ostracismo alejándonos de las calles y de la vida social. ¿Habrá pandemia mientras queden letras del alfabeto griego? La variante Ómicron ha llegado para enfrentarse a la Navidad y todo apunta a que nos va a amargar las fiestas. A ver si la Kappa al menos no nos pilla así, de capa caída. Porque se nos queda pequeña la ciencia ficción. Felices fiestas igualmente y sobre todo.

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