Opinión

Hablar del tiempo

Hablamos del tiempo muy a menudo, tanto que podríamos aseverar que lo hacemos la mayoría del tiempo. Cuando hace calor porque es así y cuando hace frío porque ¡vaya frío que hace! Somos recurrentes, simplones, lineales y hasta parcos en palabras, y más en invierno. El tiempo atmosférico o metereológico es tema recurrente, un comodín en todas sus diversas variables de joker, arlequín, juglar o bufón. Todos ellos nombrados por estar  representados en las cartas y en juegos de mesas. Pues como ellos el tiempo es versátil, un motivo para manejar y entablar conversación. Ayuda siempre en la búsqueda de algo, lo que se dice romper el hielo, una expresión próxima a los 200 años y que se le dio muy bien al romántico británico Lord Byron. Él es el creador de ponerla  en marcha al declamar en su “Don Juan” de 1824: «Estas gentes que parecen contenidas y frías son sorprendentemente ardorosas, una vez roto el hielo maldito que las rodea». La poesía desaparece  al saber que se hace referencia al hielo que cubría el Támesis y que había que romper al comienzo de la primavera si se quería empezar los negocios. Romper el hielo ha mantenido su sentido durante dos siglos sin que haya cambiado el significado de abrir camino, al inicio, muchas veces vergonzoso, de la conversación informal.
Controlar las coordenadas espacio-temporales es como tener una brújula que marca la orientación del Norte, esa que supone neutralidad y que viene a aflojar la tirantez del momento o, simplemente, por ejercer algo más que un gesto de obligado cumplimiento. Se trata de un saludo que crea tema fácil, sin meterse en conflictividades y sobre algo en el que no se dicen nombres de los culpables. Nieva, hace aire, aprieta el sol, llueve o ¡vaya niebla que tenemos hoy! Ocurre sin más. ¡Buenos días que frío hace! es mejor que hacerse los listillos dejando caer que los comodines se prescinde de ellos una vez logrados los objetivos o cuando se convierten en parte de la estructura. Hablar de algunos hitos climáticos que ocurrieron desde hace dos siglos y de la cálida etapa que vivimos ahora demuestra que no han sido fases uniformes y están muy lejos para definirlo hoy día como cambio climático. El clima se ha ido volviendo cada vez más extremo y estamos en un nuevo ciclo en el que, sin duda, influyen las guerras, el hambre, las desigualdades sociales... Etapa cálida en la que nos encontramos. Una  más. Y ya voy de listilla. ¡Vaya frío que tenemos hoy!

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