Opinión

Feliz 23 sin estar en el limbo

2023 ha nacido como otro año que se hace notar en la serie de calentamiento del planeta. Lo será según la principal conclusión de los científicos del último informe de temperatura global de la Oficina Meteorológica del Reino Unido. Con sus datos este será el décimo año consecutivo con temperaturas globales. Pero vamos a seguir hablando, sin duda, de cambio climático. Aún sin bautizar iniciamos tiempo con la seguridad de que muchos mundos caben en un año y que es imprescindible embarcar con gesto alegre. 

Benedicto XVI y Pelé han clausurado año e introducido su protagonismo en  el 2023 que empezamos. Dos personajes que se vieron coronados con el privilegio de un apodo. No todo el mundo es digno de pasar por esta vida con un sobrenombre, y menos que dé dimensión a su biografía. Que la persona esté unida a un seudónimo le da alas, le atribuye permiso para disfrutar de una doble vida por el precio de una y así Benedicto XVI y Pelé  desfilan por el pasillo de honor. El astro brasileño lo hace por el campo de fútbol y el Emérito exponiéndose sin miedo al olor de la muerte como  consecuencia obligada de la contemporánea adoración a los papas. Pidió sobriedad y el palio no le cubre; pero sí la solemnidad como emérito y siempre el glamour de la Iglesia en el Estado más pequeño del planeta llamado Ciudad del Vaticano. 

Se dice que hasta los Reyes Magos han recibido la información de los dos acontecimientos y que se han visto obligados a sumar a sus pedidos las camisetas con el número 10 del Pelé eterno y que muchas son las solicitudes para que su nombre se expanda bautizando estadios del mundo. Todavía es Navidad y los buenos deseos se sienten. 

No es momento de estar en el limbo, ese lugar temporal de las almas de los buenos creyentes que han muerto antes de la resurrección de Jesús o también conocido como el lugar permanente de los no bautizados que mueren a corta edad sin haber cometido ningún pecado personal, pero sin haberse visto librados del pecado original por el bautismo. Estar en el limbo es más que una expresión de despiste. Con el Papa emérito se va su sentido religioso porque se encargó de dejarlo como una hipótesis teológica. 

Benedicto XVI negó la existencia del limbo y aseguró que los niños que mueren sin ser bautizados van directamente al cielo. Una consolación, dijo en su momento, para los fieles que han sufrido en su familia la muerte inesperada de un niño antes de que pudiera ser bautizado. 

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