Opinión

Feijóo progresa adecuadamente

El encuentro cara a cara Feijóo-Sánchez ha traído el recuerdo del boxeo, ese deporte que tan popular llegó a ser en este país gracias a los medios de comunicación, los mismos que se encargaron de no darle el eco necesario para mantener su fama. Los púgiles buscaban el cinturón que los proclamará campeones bajo el fragor de la aceptación más generalizada. En la historia está un Urtain, un Legrá, un Muhammad Ali, un Mike Tyson o un Pedro Carrasco. Todos practicaron el golpe directo como el más potente, aunque unos eran luchadores a presión que bombardeaban al oponente para evitar contraataques efectivos y otros entraban en el cuerpo a cuerpo. En el primer grupo queda encuadrado el candidato Sánchez en este asalto seguido por seis millones de espectadores. Los boxeadores que practican este estilo permanecen dentro o al borde del rango de golpe de su oponente, lo que obliga a este a atacar introduciendo un derecho directo. Sabido es que agotar al oponente está siempre en la estrategia de luchar contra alguien, y ninguno de los dos dejó de intentarlo. El baile del boxeo les permitió ir cambiando las direcciones y esa conga personal se desplazó con la constante interrupción, hasta los moderadores pasaron a resignados oyentes. Si bien Sánchez buscaba golpear luego salía rápidamente del enfrentamiento para gastar energía al señor de Orense, el mismo que le acababa de descubrir que tenía mucho sentido del humor.
El mentón de Feijoo, que es quijada gallega, supo hacer del humor un lanzamiento repetitivo de golpes risueños y sin ruido. Estos peleadores tienden a obtener una posición favorable usando juegos de pies y luego usan la amenaza de estos trompazos para sacar contraataques que acorralen a su oponente en posiciones desfavorables en las cuerdas o en la esquina del ring. El gallego se anticipó a los movimientos, los encajó y enfocó los golpes precisos, a pesar de su miopía. Dada la diferencia de estatura ambos plantaron los pies para batear; técnicas de agarre que ayudaron al agachamiento para reducir daños. Los manotazos los combinaron uno y otro con movimientos defensivos útiles para reducir el daño en las zonas afectadas. Sánchez boxeador amenazó con golpes desde fuera del alcance de su oponente y Feijóo defendió la batalla con técnicas de agarre para asfixiar al oponente y dejarlo vulnerable. La telegenia y la solemnidad presidencial de Pedro Sánchez, por mucho que haya practicado como entrevistado, no le sirvió a la hora de la técnica, la velocidad y la precisión. Las cámaras sabían que estaban transmitiendo un combate de boxeo y hoy Feijóo es unánime que progresa adecuadamente.

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