Opinión

Las voces autorizadas

Acabo de saber que en las plantillas del Real Madrid y del Barcelona ninguno de sus componentes ha dado positivo en el test realizado, lo cual, a estas alturas de la película, ignoro si es bueno o si es malo. Supongo que este diagnóstico proclama –inquietante proclama según se mire- que ninguno de los futbolistas de los dos grandes planteles y sus correspondientes cuerpos técnicos ha pasado el Covid-19. Del mismo modo que se puede considerar una noticia optimista, se puede también interpretar del lado contrario. Si ninguno de ellos ha pasado la enfermedad, todos ellos pueden contraerla y pueden por tanto contagiarla en una manifestación en la que cada duelo con balón y sin balón implica un fuerte contacto. En mi modesta opinión, reanudar la competición futbolística es un disparate pero doctores tiene la iglesia que saben mucho más que yo del tema y se hará lo que ellos digan aunque no estoy muy convencido de que, al menos en esta materia, lo que ellos digan es lo más adecuado.

Aunque en este y en otros factores de la reapertura, lo más difícil supongo que es saber qué es lo que entendemos lo más adecuado. Ayer mismo, un buen amigo me contaba que había escuchado la opinión de un equipo técnico europeo para el que la llegada del verano acabaría definitivamente con el mal, un diagnóstico que le había dejado muy contento. Lo malo es que unas horas después, un equipo de especialistas norteamericanos afirmaba lo contrario y auguraba que, a partir de septiembre, la pandemia volvería con un ritmo similar al que tenía cuando comenzó a expandirse. O sea, un desastre.

Sospecho que nadie hay en el mundo que lo tenga claro y mucho menos los llamados a explicarse. A los horrores de la portavoz del Gobiernos, que se expresa en un idioma de complejidad muy superior al esperanto, hay que añadir, por ejemplo, el sujeto que en las pantallas de las televisiones internacionales representa a la Organización Mundial de la Salud. Si la vicepresidenta habla de “Congrezo de los diputaos” y “el cohunto de los zupermercaos”, el personaje que habla por la OMS tampoco le va a la zaga. Es, como la señora Motero pero en inglés.

Desgraciadamente, la OMS se ha distinguido por un despiste histórico, y escuchando a su portavoz uno empieza a entender muchas cosas.

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