Opinión

El olvido culpable

Los partidos políticos están inmersos hasta las cejas en la campaña previa que precede a las elecciones municipales y autonómicas de finales de mes. Salvo circunstancias especiales casi ajenas a la marcha normal y natural de ese protocolo previo a la cita en las urnas –siete de los etarras con delitos de sangre que concurren en las listas de Bildu han manifestado que no retirarán sus correspondientes actas si resultan elegidos mientras que el resto de los terroristas que aspiran a obtener escaño municipal lo harán efectivo si lo ganan- la campaña discurre por territorios muy planos con sus protagonistas cruzando calles y plazas de sus ciudades apelando al conocido discurso que procura más la descalificación del rival que la legitimación de sus propios argumentos.

Lamentablemente y en las difíciles circunstancias a las que nos han conducido una serie de factores, ese discurso está incompleto y en modo alguno puede paliar el influjo de una situación que en muchos casos supera el desespero. Hay ganaderos que se han echado al camino con sus ovejas y a pie para buscar pastos con los que alimentarlas en la España en la que llueve, y hay situaciones de colapso que están dificultando el normal desenvolvimiento de sectores imprescindibles para el normal discurrir de la vida del país, tengan ustedes la bondad de preguntarles a aquellos que tienen pendientes situaciones de pleitos o operaciones administrativas que necesitan que funcione como es debido el colectivo de la Justicia.

Es cierto que la política municipal posee características propias y cierto es también que el discurso necesita las bondades de un perfil mucho más cercano y pegado a la realidad del contribuyente, pero no podemos olvidarnos de que las formaciones políticas presentes en los ayuntamientos son, con carácter general y salvo algunas aportaciones locales, las mismas que se sientan en el Senado o en el Congreso. Y sus líderes nacionales se han olvidado por completo de la influencia que sus propias decisiones tienen en reductos de gestión más reducidos y más próximos al ciudadano como son los ayuntamientos. El panorama no está para tirar cohetes y los líderes políticos del primer escalón se olvidan con frecuencia de este nimio detalle. Con razón los presidentes de comunidades autónomas que se la juegan en este envite no quieren ni por asomo que sus cabezas políticas vengan a verlos.

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