Opinión

¡Cuidado con la bomba!

Pues sucedió, dilecta leyente, que, hace unos años, explotó una bomba en una oficina de Correos de Alcobendas, la cual iba dirigida a un cura que además era profesor de un colegio.

Aquí se presentaron varias cuestiones: Primero, se lo querían cargar por ser cura o por ser profesor. Segundo, a la funcionaria a la que le explotó el paquete no la habían preparado para estos siniestros y, como se deduce, es posible que la oficina no dispusiera de un detector de explosivos. Tercero, hoy cualquier mindundi puede fabricar una bomba, con la información que le proporciona internet y la facilidad para adquirir el material necesario.
Respecto a la primera cuestión, es más fácil aceptar que haya sido por ser profesor, debido a la venganza por algún suspenso o sanción. Cierto que hasta ahora este tipo de represalia no era conocida, pero se puede entender dentro de la espiral de violencia contra los magister, que viene siendo preocupante desde hace tiempo y que llevó a plantearse que estas vilezas tuvieran el castigo penal de atentado a Autoridad Pública.

La otra interpretación nos devolvería a aquellos cruentos tiempos que creíamos ya superados, pero que, aunque con menor virulencia, vemos reproducir en los ataques verbales e injuriosos hacia la Iglesia, como detonante de una mayor escalada de odio hacia todo lo religioso. Claro que no cabe descartar otros móviles menos excelsos, que no han aflorado, por lo que, lo cabal es respetar la buena imagen del clérigo afectado.

Respecto a la segunda cuestión, según los mandatarios, en la actualidad se han reparado los fallos del sistema, adoptándose las oportunas medidas de protección hacia estos de la postal, especialmente para los que se dedican a la selección de la correspondencia. Es de desear que también estén bien pertrechados frente a la nueva plaga asiática que hoy nos acorrala. 

La tercera sería, como medida preventiva, controlar este tipo de información en la red y, si procede, prohibirla.

En cualquier caso hay una serie de precauciones que todos deberíamos adoptar ante cualquier carta o paquete sospechoso.

Como precaución básica se debe prestar especial atención a los sobres o paquetes que incurran en alguna de las siguientes circunstancias:
Remitente desconocido o no habitual

Exceso de franqueo, sin matasellos o que infunda sospechas de haber sido manipulado.

Contenido no uniforme, que pese más de un lado que de otro

Rigidez en los bordes del envoltorio

Algún orificio en el paquete

Grosor superior al normal para el tipo de paquete de que se trate

Los no habituales o de procedencia desconocida, y que contengan fórmulas restrictivas, como “confidencial”, “a la atención de” o “abrir únicamente por D.”

Los que tengan manchas de grasa o despidan olor a almendras amargas

Aquellos que por presión o tacto se intuya que contienen piezas metálicas o produzcan sonidos metálicos.

En cualquiera de estos casos no se debe manipular el objeto, llamar al TEDAX  de la Policía, y… ¡suerte! De cualquier manera, habrá que ir acostumbrándose a los ataques bacteriológicos, por lo que se tendrán  que habilitar los medios preventivos adecuados y, por si sí, disponer presto del antivirus correspondiente.

Pero, para afrontar el problema, resulta imperioso un Gobierno compuesto por estadistas, gente competente y con visión de futuro. “¿Ónde estará?” Esa es la angustiosa interrogante: parodiando al inefable Paco Lobatón. 

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