Opinión

JOSÉ LUIS CASTILLO, AMIGO

Ultimamente me he enterado que se están moviendo profesores y exalumnos de don José Luis del Castillo Muñoz para concseguirle una calle en Pontevedra. Quiero ?deseo-, que cuenten los organizadores conmigo.


Había vivido en su juventud en Vigo. Era un extraordinario profesor de Educación Física y Deportes, muy popular entre sus alumnos a los que anirnaba, convencía de las ventajas del ejercicio y que más que la impartición fría de una asignatura, su clase llegó a alcanzar altas cotas de efectividad por su apasionamiento, buen hacer y empatía juvenil. No era un pedante licenciado; era un compañero más de su alumnos.


Ahora mismo, sus amigos, se acordarán de su alta figura, siempre amable, convenciendo a unos y a otros a darle ai balón, a saltar el plinto, a encestar, a correr, a lanzar la jabalina, etc... Seguro que muchos atletas de prestigio, a quienes tanto cuidó, sentirán ahora mismo la emoción del recuerdo de aquel buen 'profe' y mejor persona.


Pero 'Castillo' no solo era un buen preparador deportivo -con grandes conocimientos y experiencia , antiguo atleta , corredor de cuatrocientos con buenas marcas -, era un hombre muy culto, muy completo que dibujaba y pintaba estupendamente, -su pasión oculta era el arte- y que conocía, también, todo sobre la vida al aire libre, en lo que volcó sus afanes docentes y de ocio.


José Luis -siempre le llamé así, privilegio de hondos y largos afectos- se fue destinado a Pontevedra, no sin protestas (era un enamorado de Vigo) y allí se desenvolvió de la misma manera llegando a ser una figura popular, queridísima y respetada. Venía muy a menudo a Vigo, al frente de sus equipos deportivos, a organizar campeonatos, a dar conferencias , a dirigir cursillos... Y a mantener amistades.


Sus conocimientos artísticos le llevaron a ser dirigente de arte en la delegación de Cultura de Pontevedra, donde, con gran eficacia, fue director de la sala de exposiciones de la calle Benito Corbal. ¡A cuántos artistas atendió, encauzó y aconsejó!


Siempre me llevé muy bien con él y nunca olvidaré tantos momentos gratos -y difíciles, también-, pasados juntos.


José Luis tenía una capacidad asombrosa para llenar sus huecos de bonhomía con amigos, los cuales aplaudiremos a idea de darle su nombre a una calle. Bien se lo merece.


Te puede interesar