Opinión

España hiede a carroña

España no huele a ajo, apesta a carroña; nuestra piel de toro democrática, sin curtir después de cuatro décadas, atufa a revanchismo; los políticos, como los peces, a los tres días hieden, y los partidos que los respaldan no son más que gusaneras de fanáticos. Con la momia del dictador todos pretenden recaudar votos podridos.
Existe la misma posibilidad de que un huracán girando sobre un desguace consiga ensamblar un Boeing 747, como de que estos impresentables con su ventolera de improperios y frases hechas consigan que yo les vote. No. No lo haré. Ni siquiera tapándome la nariz para evitar ese hedor a miasma rancia que se clava en la garganta cada vez que comparezco ante las urnas.
A los políticos hay que escucharlos como a las nereidas de Ulises: de lejos, a la defensiva y amarrados al único mástil posible de salvación: la sospecha. Hay que presumirles, como a mercaderes de zoco, el principio de falsedad; prestar atención a los menos malos y tratarlos a cara de can, como si fuesen los más indeseables; a dentelladas incluso, cancerberos que debemos ser de nuestro bienestar social y nuestra paz conquistada; a veces hasta dudo que sean de nuestra misma especie.
En la próxima asco-campaña electoral no me dejaré seducir por los cantos de sirena de este cardumen de sierpes ponzoñosas de palabra ociosa, denuesto fácil y hálito tóxico. No caeré en la tentación de corear sus dicterios. No. No votaré. Votar sería prorrogarles el derecho de seguir viviendo de la confrontación, y otorgarles patente de corso para seguir aniquilando España. Cacarear y no poner huevos no es nada nuevo, pero nuestra clase política (que clase no tiene ninguna) sólo pone huevos en no ponerse de acuerdo. 
¿Que cómo distinguir a los líderes menos malos?: talento, formación, solvencia, astucia, prudencia, decisión, transparencia, coherencia, sentido del deber, responsabilidad de Estado… ¿Conocéis a alguno? Yo no. Pero si es que sí, que no os juren ni prometan, que firmen ante Notario so pena de responder con su peculio: Cumplir el 80 por ciento de sus promesas electorales, prohibir por ley la ignominia de las puertas giratorias, eliminar las pensiones vitalicias, renunciar a cualquier tipo de fuero o inmunidad parlamentaria, abandonar para siempre la política en caso de no lograr formar gobierno. Entonces sí, hasta yo me tomaría la molestia de darles otra oportunidad para engañarme. En cuanto a los nuevos políticos, sólo traerán patrañas nuevas. Así que no hay por qué romperse la cabeza.
En este país sobran dirigentes pero falta mando. No hay madurez, ni dignidad, ni gobierno. España se resquebraja desde el pluralismo ideológico manipulado. Razón tenía mi difunta madre: “¡Ay, Franco, Franco, qué poco duró ese hombre!”

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