Opinión

Un paseo de madera

El final anunciado de la concesión del “Camaleón” permite abrir el eterno debate sobre Samil, cargado a menudo de buenas intenciones y promesas etéreas. Así que la cuestión es si por fin ya es hora de cambiar el paradigma y eso pasa por responder a cuatro preguntas. 
La primera, si debe haber servicios hoteleros en la playa urbana, cuya respuesta debe ser afirmativa, y también si tienen que estar forzosamente en la primerísima línea litoral, que debe ser negativa. 
La tercera, sobre que haya un paseo a lo largo de la costa, también positiva sin duda, que culminaría con una cuarta, si debe ser duro, como el actual, o de madera sobre la arena, como tantos otros del litoral, que parece lo más sensato e igual de efectivo. En definitiva, podríamos hablar de aprovechar el final de la concesión para retranquear unos metros el paseo y reconstruirlo más atrás. No se gana una gran superficie pero sería relevante por cuanto permitiría poner en marcha otro formato, con los nuevos bares también reubicados por detrás de su actual emplazamiento. Quizá así se puedan recuperar en parte las dunas que existieron hasta principios de los años setenta y que poco a poco acabaron desapareciendo con la transformación del entorno. Fue una decisión que permitió, por ejemplo, disponer de aparcamientos, restaurantes y además de varias piscinas, todas gratuitas, hecho singular en toda España, y que ayudó a convertir a Vigo en un punto turístico para miles de personas, entre ellos legiones de vecinos del otro lado del Miño, donde las playas son tan hermosas como imposibles.

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