Opinión

Museo del Mar

No tuvo suerte el Museo del Mar, desde su ya lejano inicio, hace casi 30 años. Su proyector, el genial Aldo Rossi, falleció sin ver apenas iniciada la obra, que continuó su socio, César Portela. El gran arquitecto premio nacional se encontró con todas clase de dificultades, siendo la primera que no había presupuesto en la Xunta para culminar el plan. Así estuvo el edificio varios años, con menos de la mitad construido, hasta que Zona Franca decidió reasignar unos fondos que había conseguido de la UE y no podía emplear en la reforma de la Estación Marítima, que era la idea original. Zona Franca, un organismo empresarial, acabó gestionando un museo. Alguien dijo entonces que era como si El Prado tuviera un polígono industrial, pero así es Vigo. La actuación de Zona Franca fue buena, porque abrió el museo con una exposición sobre el tricentanario de la Batalla de Rande que todavía se recuerda ahora. Sin embargo, no dio con una buena propuesta para la colección permanente, lo que llevó al MdM a declinar por manifiesta falta de interés en sus contenidos, bastante aburridos: una sucesión de paneles sobre la pesca... El Museo del Mar, ya en manos de la Xunta, contiene ahora la mejor exposición permanente de Galicia sobre arqueología submarina y sus dos últimos directores son especialistas, pero como ni así acaba de arrancar busca añadidos. Un mal, por otra parte, nada ihhabitual en la oferta viguesa.

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