Opinión

Torras y la longevidad que viene

Dicen los expertos que en este mismo siglo, probablemente a partir de la segunda mitad, la longevidad media de la población habrá llegado a los 100 años y será muy habitual ver personas que alcancen los 110 o incluso más, como Luis Torras, el pintor vigués que nos dejaba esta semana unos días después de haber alcanzado la increíble frontera de los 111. Era el hombre de más edad de España (hay una mujer con 116 todavía viva) y probablemente de Europa. Una vida tan larga que se resume en algunos datos espectaculares: cuando nació en la viguesa calle Alfonso XIII en 1912 todavía faltaban dos años para el inicio de la Primera Guerra Mundial, Hitler estaba muy lejos de convertirse en el dictador nazi y malvivía como un vagabundo en Austria tratando de cumplir su sueño de ser pintor, y la segunda República española estaba a 19 años vista. Y así todo. Luis Torras es un buen ejemplo del mundo que vendrá: hasta los 110 años se mantuvo activo plenamente, trabajando a diario con sus pinceles y con una alta calidad de vida, muy bien de cabeza y válido de cuerpo, aunque ya con lógicas limitaciones de la ultravejez.

A día de hoy, la longevidad en España es una de las más altas del mundo, y la media gallega, y aún más la viguesa, son incluso superior a la nacional. Más entre las mujeres, que de promedio tienen una esperanza vital de cinco a siete años sobre los hombres, una auténtica brecha de género de la que se habla poco… El ritmo de mejora se sitúa en un año más por cada lustro que pasa, hasta alcanzar en estos momentos un promedio de 83,5 años -80 para los vigueses y casi 87 para ellas-, un incremento constante que no parece que vaya a detenerse -solo lo hizo en la pandemia- y que va a llevar a los 90 años de horizonte habitual en poco tiempo, quizá ya en esta misma década. 

Todo esto que resulta tremendamente positivo y que tiene todo que ver con la calidad de la sanidad pública y el estilo de vida, también supone un coste, con consecuencias laborales, económicas y sociales. Si una persona se jubila con 65 años, va a tener todavía un cuarto de siglo por delante y eso exige que haya cotizantes suficientes para mantener el sistema. Probablemente, haya que hacerse algunas preguntas y buscar respuestas.

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