Vigo tiene en sus manos la posibilidad de cambiar su rumbo económico, que es la base de que todo funcione, como bien saben los artífices de las campañas en Estados Unidos. Si la economía no marcha, la sociedad inevitablemente decaerá, las ciudades irán perdiendo población y los centros urbanos resintiéndose por abandono y llegada de inquilinos con menos medios en una espiral infernal. Nada de ello tiene que ocurrir porque el futuro no está escrito, pero hay síntomas de que la enfermedad ya está aquí,comenzando por el parón demográfico visible que se ha extendido desde el interior a la costa gallega.
Como explica este diario, hay nuevos sectores con posibilidades en el campo de la tecnología y yo destacaría la aeronáutica y el comercial y de ocio porque no son utopías ni proyectos a medio o largo plazo. Sobre la aeronáutica, la puesta en marcha por Zona Franca Vigo del edificio aeroespacial de Porto Molle y la constitución de CINAE, una empresa pública-privada, suponen los pasos necesarios para añadir a la construcción de barcos y el montaje de coches el lanzamiento de satélites. Los cuatro primeros han sido proyectos en parte educativos de la Universidad de Vigo, los dos que están en producción por CINAE ya son contratos comerciales. Vigo es líder en pesca y en fabricación de vehículos y buques y ahora también en la ingeniería de pequeños satélites.
El otro pilar sería la apuesta por la cultura del ocio. Hace unos días el alcalde de Torremolinos, al lado de Málaga, se felicitaba por la construcción de un centro de la empresa Intu que, en sus palabra, iba a cambiar la historia de su ciudad y la comarca entera. La misma empresa que desde hace años trata de desarrollar un complejo similar en Vigo y que sólo se ha encontrado dificultades para invertir 500 millones, crear 3.000 puestos de trabajo y un polo de atracción de primer orden en el noroeste peninsular. En esto también podría ser líder Vig. O eso, o el desdén y enviar a miles de vigueses a Oporto o Coruña. De nosotros depende.
