Es imposible ser la mejor ciudad en todo, salvo quizá las grandes capitales con capacidad para liderar los rankings. Pero tampoco parece normal que año tras año Vigo figure muy lejos en los escalafones en cuanto a iniciativas y centros culturales, el puesto 26 de forma repetida, cuando por población se sitúa entre el 13 y el 14. La conclusión es que la oferta cultural viguesa no funciona. Solo aparece destacado el festival Sinsal, que se celebra en la isla de San Simón, a efectos administrativos en Redondela. Del resto, poco o nada, sin ninguna mención a eventos.
En cuanto a los museos, el Marco es un edificio espectacular, bien situado y que ha tenido una programación interesante, siendo la última destacada el monográfico sobre el genial Paco Leiro, el inventor del Sireno y otras piezas que no dejan indiferente. Pero el CGAC de Santiago está muy por encima según la clasificación realizada por los propios profesionales del sector expositivo. También el Museo do Mar, en Alcabre, cuenta con fondos de interés, en especial la sala dedicada a la arqueología submarina. Pero tampoco acaba de funcionar: sus dos mejores momentos, cuando logró congregar a miles de visitantes, fueron dos muestras temporales: una sobre los 300 años de la Batalla de Rande, en 2003, y otra, más reciente, con el Pergamino Vindel, donde aparecen las Cantigas Martin Codax sobre el mar de Vigo. Confirma que lo que interesa mueve. Aún añadiría el museo de Castrelos, que cuenta con las estelas funerarias romanas, perfectamente conservadas. Hace unos días coincidí en una visita con cruceristas que se mostraron realmente impactados por las piezas y con el propio pazo, cargado de historia. El problema es que se encuentra lejos del centro. Como colofón, este año, como el anterior, lo más visitado en Vigo fue el belén de Navidad, sin duda entrañable, pero que difícilmente aparecerá como uno de los grandes acontecimientos culturales en Galicia.
