Opinión

Vivir la vida con humor

En todos los países se celebra un día de forma similar a como los españoles pasamos el 28 de diciembre, fiesta de los Santos Inocentes. Las célebres inocentadas que, sin pasarse, suponen un respiro y un toque de humor en nuestras relaciones. Situaciones graciosas creadas por personas de ingenio, porque también creo que unicamente los inteligentes son capaces de dar gracia a las situaciones más dispares. En definitiva de lo que se trata es de poner una sonrisa, al menos una vez al año, en un mundo lacerado por tantas inquietudes y problemas.
Las inocentadas son una contribución muy positiva para esta sociedad. Es un canto a la alegría, la sonrisa y la vida. Porque la vida es esencialmente, o debe serlo, el gozo y el placer de disfrutar de tantas cosas buenas como nos rodean. Porque hay algunos que se empeñan en ver las cosas siempre en negativo. Son los pesimistas que destruyen las esencias de la convivencia.
Siempre les pregunto a los pesimistas que muchas veces se convierten en zapadores que minan lo positivo, a qué hora se levantan y a qué hora se acuestan. Y les invito a examinarse sobre las cosas que hacen en cada día. Y caen en la cuenta de que cada día hacemos muchas cosas y la mayoría de ellas positivas y buenas, y muy pocas malas, cuando las hay, que en muchas jornadas todo es bueno. Entonces ¿para que afligirse si la inmensa mayoría de las actuaciones diarias son buenas? ¡Olvida lo malo que para nada sirve! Y fíjate en lo bueno que produce placer y gozo. Una conclusión a la que todos debiéramos llegar. Es hermosa la vida por muchos avatares que en ella nos acechan. Se trata de mirar siempre adelante porque lo pasado ya pasó.
La Madre Teresa de Calcuta, hoy ya santa, cuya vida se movía en los ambientes más tristes de Calcuta, ciudad capital del estado indio de Bengala Occidental, que hasta el 1 de enero de 2001 era Calcutta, y su denominación original, que aún es utilizada en la literatura culta, fue Kolikata. Ella que conocía muy bien las desgracias y penurias sociales, defendía como nadie la grandeza del don de la vida. Así lo refleja en una de sus poesías más célebres:
“La vida es una oportunidad, aprovéchala./ La vida es belleza, admírala./ La vida es una bendición, disfrútala./ La vida es un sueño, hazlo realidad./ La vida es un reto, afróntalo./ La vida es un juego, juégalo./ La vida es algo preciado, cuídala./ La vida es algo valioso, consérvala./ La vida es un misterio, descúbrelo./ La vida es una promesa, cúmplela./ La vida es dolor, supéralo./ La vida es un himno, cántalo./ La vida es un combate, acéptalo./ La vida es una aventura, desafíala./ La vida es una tragedia, enfréntate./ La vida es suerte, merécela./ La vida es vida, defiéndela”. 
Pues ese es el estilo que debiéramos defender siempre si queremos hacer habitable este juguete que es la Tierra. Y tal día como el que celebramos mañana es esa gota de miel que endulza los avatares que a veces pudieran parecer tristes. Despedir el año en medio de la alegría de la noche del 31 tiene el prólogo del Día de los Inocentes, creador de distensión relajada frente a tantas tensiones y crispaciones en las que nos está tocando vivir.
Un día para olvidar lo malo y mirar con optimismo la interminable lista de cosas buenas, incluidas las “gracias” de las inocentadas del día 28 de diciembre. Alegría para el que las causa pero también buen humor para aquellos, “inocentes” ellos, que si son inteligentes las tomarán de buen grado porque enfadarse ante una inocentada revela poco estilo en quien lo toma a mal. ¡Sonría!, devuelva con una alegría en el rostro todas aquellas bromas que en este día le van a gastar. Los cortos de inteligencia son los que lo ven con enfado.

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