Opinión

Futuro incierto de británicos en España

A medida que aumentan los programas de las vacunaciones para acabar de una vez del horror de la pandemia de COVID-19 y podamos volver a un futuro, aunque muy distinto pero estable esperemos que se abrirán las puertas al turismo internacional y en especial este país de que tanto depende la económica española. Ya vemos algún movimiento entre Alemania y ciertos destinos en las islas, pero es solo la punta del iceberg. Pero hay un cambio bastante radical que afectará al país de todas maneras y será el efecto del Brexit.

El Reino Unido se ha marchado de la Unión Europea y el panorama habitual de millones de ingleses, no solo visitando España, pero incluso optando por la jubilación en todas las zonas donde existe el sol, la playa y unos cuantos campos de golf, cambiará. Mi mujer y yo hemos pasado unas vacaciones en Tenerife y hemos visto cómo viven estos guiris y lo que se había montado como un super negocio de ocio basado en los gustos de los británicos. Restaurantes, super mercados, periódicos y un sinfín de otras necesidades para que puedan estar como en su casa, pero esta vez con sol y verano incluido. Las estadísticas indican que eran unos 600.000 británicos que pululaban por este país y naturalmente había un poco de todo. La mayoría eran propietarios de una vivienda, primera o segunda, da lo mismo pero los que estaban registrados como residentes eran mucho menos y estaban divididos entre jubilados y trabajadores asalariados o autónomos.

Lo primero que ha afectado a todos los residentes era la necesidad de registrarse, si no lo habían hecho, con las autoridades españolas, léase empadronamiento y Seguridad Social, en especial, la sanidad pública. Otro detalle era la emisión nuevamente de un carné de identidad (TIE) - el documento para todos los extranjeros en España - o bien continuar con una especie de certificado de residencia que fue introducido en el año 2007 cuando se abolió dicho carné que era solo para los residentes de la Unión Europea. O sea que, los británicos, al no tener carné identidad y usaban  el pasaporte, tenían una opción. El resto de los europeos, ejemplo alemanes u holandeses, usan el carné de su país. Pasemos a la sanidad pública. Lo primero que ocurre es la anulación del acuerdo entre el ‘National Health’ - la SS británica - y la Seguridad Social española. Esto quiere decir que los residentes que no han contribuido a la española tendrán que contratar un seguro médico privado o uno que ofrece la SS española. El problema es que, si son mayores de 65 años perderán los beneficios de descuento en los medicamentos. En mi caso personal también soy un pensionista español y este problema no me afecta. Lo siguiente es el cese del privilegio de poder votar en las elecciones municipales y europeas incluido ser parte del consejo de administración de un municipio. Finalmente, la puntilla ha sido la demanda por parte de la banca británica de suspender todas las cuentas bancarias en el Reino Unido de los no residentes. Miles de ellos que viven aquí pero tenían sus pensiones pagadas en ellos tenían que hacer otro arreglo. Con tal de que los depósitos estaban declarados al fisco español no infringían en la ley española. Según la prensa británica, debido a todas estas nuevas reglas que implican directamente al bolsillo del ciudadano, muchos ingleses han estado haciendo las maletas y volviendo a Inglaterra. Y lo que concierne a los guiris del futuro, por ahora es una incógnita

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