Opinión

¿Es ignominioso el modo en que Sánchez va a seguir en la Moncloa?

Incluso desde su propio partido, como se ha visto, el pacto, trato o acuerdo de Pedro Sánchez con Esquerra Republicana de Cataluña ha suscitado un aluvión de críticas desde diversas perspectivas, unas meramente morales, por el espectáculo al que asistimos, como continuación del reparto de ministerios con sus consocios de Podemos; otras más de fondo que llegan a cuestionar la propia fidelidad del actual PSOE a la Constitución, seriamente cuestionada desde hace tiempo.

En este tipo de coyunturas, siempre pienso qué escribirán los historiadores del futuro, que tendrán delante todos los datos de cómo se gestó la permanencia en el poder del doctor Pedro Sánchez y sus consecuencias. De momento, los leales, turiferarios y edecanes de servicio del “Sanchismo” han lanzado toda la artillería para defender al presidente y funciones en sus actos, haciendo una cínica abstracción de lo que no les conviene; es decir, las propias palabras del actual inquilino de la Moncloa, tan evidentemente descarnadas y contradictorias. 

Si se critica a la pintoresca Carmen Calvo, famosa ya por su personal dialéctica, no sólo cuando nos dice que el dinero público no es de nadie o que cuando Sánchez dijo que lo de Cataluña era una rebelión no era presidente del Gobierno, por lo que al asumir el cargo sus juicios se modifican automáticamente, digo que, si se critica a la señora vicepresidenta, incluidos los recuerdos de sus responsabilidades pasadas en la junta de Andalucía, se hace desde “las cloacas” del periodismo. Ya.

Y lo más curioso es que hayan sido anatemas los dos discrepantes más sonoros dentro del PSOE, uno de Extremadura y otro de Aragón, a quienes poco menos que se ha acusado del viejo cargo de “trabajo fraccionario”, con que se tapaba la boca a los que opinaban en el viejo partido comunista de toda la vida hasta que Carrilllo se hizo eurocomunista. En cambio, dentro del PSOE se presumía de que la discrepancia y que la libertad de expresión crítica, incluso formulada en la existencia de corrientes, como ahora mismo la llamada “Izquierda Socialista”, eran una parte saludable del carácter del propio partido, desde que Besteiro dijo aquello de que “Nuestro socialismo no es el de Lenin”.

Y han surgido, cómo no, depositarios de las esencias que han decidido quién es y quien no es socialista por discrepar de la postura del Doctor Sánchez en cuanto al asunto de su pacto con ERC y el trato a Cataluña o la propia nueva frontera en la que se ha instalado la organización territorial del PSOE en aquella región, nítidamente expresada y que aproxima al PSC al independentismo en uno de sus principios rectores. Sobre este panorama, el cierre de cuentas del pacto con Esquerra Republicana se apoya esencialmente, por lo que trasciende, en la propia utilización del Abogado del Estado como palanca, no en orden a la defensa del Estado, sino de Pedro Sánchez; no del decoro y refuerzo de la Justicia del Estado en cuanto a la sanación de las conductas de los alzados contra la Constitución, sino del interés inmediato de consumar el anterior pacto con Podemos y sus contratas.

Y en lugar de que el Abogado del Estado ponga su talento para, como prometió Sánchez, ayudar con la fiscalía a privar a Puigdemont de inmnunidad y traerlo a España, y mantener donde debe estar el sedicente Junqueras, se va a tratar de que se convierta en un eficiente colaborador de sus defensas. ¿Es éste un modo decoroso y digno de llegar a la presidencia del Gobierno? En política todo es posible, que diría un cínico.

Y mientras, los españoles asistimos sorprendidos al modo en que los que van a facilitar a Sánchez seguir durmiendo en la Moncloa, nos dicen que su objetivo sigue siendo la independencia de Cataluña, que no han renunciado a la vía unilateral y que dejar a Sánchez en la presidencia es sólo parte de una estrategia global para alcanzar sus fines, la república catalana con los menores riesgos y obstáculos. Y, de entrada, imponen al presidente en funciones que se siente a negociar, “entre iguales” (y ya sabremos con que otras condiciones) con el presidente Torra la famosa salida política, asunto del que ya no se dice entre los enunciados que tiene que encajar en la Constitución.
De todos los personajes del actual enredo, destaca el papel de la vicepresidenta Carmen Calvo, adelantada mayor del “sanchismo”. Su falta de decoro llegó al extremo, como ya he señalado, de acusar de provocar el conflicto catalán a quienes mal que bien quisieron hacerle frente, y no a quienes realmente lo provocaron y lo mantienen que fueron y son los independentistas. Pedro Sánchez va a seguir en la Moncloa a costa de la propia dignidad del Estado y de cesiones humillantes a quienes quieren destruirlo ¿No es acaso un modo ignominioso? Y no digamos de las últimas noticias de que ERC exige un cara a cara de Sánchez y Junqueras. Tal y como están las cosas, hasta puede ser posible.

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