Opinión

Los enterramientos musulmanes

Tras asistir a la inauguración en Vigo a la mayor mezquita de Galicia, el alcalde de Vigo Abel Caballero se ha comprometido “una vez que cambie la normativa” a apoyar la construcción de un cementerio para esta comunidad, se supone que, en terreno público, lo que centra el debate sobre la cuestión, aparte de los aspectos sanitarios y de compatibilidad con la sociedad civil en un país aconfesional.

Una de las consecuencias más visibles desde que la Constitución española declaró que España es un país aconfesional fue la retirada de la separación (en ocasiones un alto muro) que en los cementerios municipales o públicos aislaba el llamado “cementerio civil” del católico. De suerte que en el primero se enterraba a los suicidas, a los ateos, a los de otras confesiones religiosas, aunque fueran cristianas. Fue un signo de modernidad, en el sentido de que en el espacio público todos los ciudadanos son iguales, sin que quepa separarlos por sus creencias o las de sus familiares

Aparte de romper la regla de que en los cementerios municipales no haya espacios privados y excepcionales, la existencia de enterramientos musulmanes plantea otros problemas que afecta a las normas generales de policía sanitaria, dado que, en lugar de ser sepultados en una caja en un nicho o urna, una vez incinerado el cadáver, la de los musulmanes exige bañar y perfumar el cadáver y enterrarlo directamente en tierra, inclinado hacia el lado derecho, mirando a la Meca. Además, exigen que el cadáver no comparte su enterramiento con personas de otras confesiones religiosas. Teóricamente, en un cementerio municipal, cualquier ciudadano debe poder ser enterrado conforme a las normas comunes de policía sanitaria, sea ateo, musulmán, budista o devoto de Manitú. Son los musulmanes los que se segregan o apartan de los demás.

Pero es que hay más. Quienes quieren vivir en Occidente deben respetar sus reglas. Lo mismo pasa en los países musulmanes, donde, como ocurre en Arabia, es delito algo tan sencillo como enviar una felicitación de Navidad, que se considera propaganda de otra religión, no permitida. Aparte, el problema de los riesgos del enterramiento directamente en tierra se hace especialmente grave en zonas como Galicia, con abundantes acuíferos, dadas la posibilidad de que los efectos de la descomposición del cadáver alcancen a los mismos. El Estado trasladó en su día a las comunidades autónomas y éstas, aparte de la norma general, su aplicación a los Ayuntamientos, donde la postura es dispar. ¿Cuándo se permite el enterramiento directamente en tierra, qué garantías existen de que no supone un riesgo, que las normas comunes de policía sanitaria evitan? ¿Cómo se garantiza el aislamiento de la fosa y el estudio hidrogeológico del terreno para evitar las filtraciones de lixiviados? 

Los lixiviados son los resultantes del filtrado lento del agua a través de la propia descomposición de cadáver, enterrado con sudario directamente en la tierra. El proceso natural del agua de las lluvias, en zonas como Galicia, arrastrará inevitablemente el contenido de la descomposición del cuerpo. Pero es que, además, el rito musulmán tiene otra serie de particularidades contrarias a la norma común como el tiempo de espera para el enterramiento. 

La legislación mortuoria está transferida desde el Estado a las autonomías, pero son los Ayuntamientos los que tienen la competencia directa sobre los cementerios municipales, por los que serán éstos los que deberán ceder los terrenos para estos nuevos enterramientos.

Los enterramientos conforme las tradicionales islámicas relativas a inhumaciones, sepulturas y ritos funerarios deben realizarse “con sujeción a lo dispuesto en la legislación de régimen local y de sanidad", no casan con la norma común. Eso es lo que el alcalde de Vigo espera que cambie. Así pues, los cementerios musulmanes resultan conflictivos. El estudioso de las Ciencias Sociales Giovanni Sartori, profesor de las Universidades de Columbia y Florencia, una eminencia en Ciencia Política, fue uno de los más destacados analistas de los problemas que el mundo musulmán provocaba en las sociedades occidentales y en sentido, aparte de denunciar que no existía por parte del mismo la menor intención de integrarse en Occidente, concluía que si los musulmanes elegían vivir en el mismo deberían adaptarse a sus normas, ya que formaban parte del mismo paquete que el de las ventajas que habían querido disfrutar.

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